La mar es, en sí misma, una metáfora. Vida, muerte y camino. Por ello, el alcalde de Saint-Nazaire, Joel Batteaux, se refiere a la regata «La Barquera» como una vía «para transportar imágenes». «En el pasado, los veleros servían para transportar mercancías. Ahora sirven para traer y llevar imágenes. Avilés nos ha dado unas cuantas. Espero que también haya recibido las que hemos emitido desde Saint-Nazaire», señaló el primer edil de la localidad bretona.

No yerra Batteaux en su apreciación. En lo tocante a «La Barquera», que ayer abandonó Avilés, la estética le toma medio cuerpo de ventaja a la ética. Para el ciudadano medio de Avilés, la llegada de la regata a la ciudad significa no tanto una nueva lazada en el hermanamiento entre la villa avilesina y Saint-Nazaire, sino un cúmulo de imágenes. La presencia de 43 veleros en la zona de pantalanes de la ría es, en realidad, lo atractivo del asunto. Máxime cuando, pocos años atrás, la mera visión de una nota de color en el estuario resultaba impensable.

Los participantes también compartieron ese carácter intangible. Los 200 regatistas permanecieron en Avilés durante tres días. Pudieron tomar contacto con una ciudad desconocida para su mayoría. No en vano, primero la localidad cántabra de San Vicente de la Barquera y posteriormente Gijón fueron las escalas tradicionales de la regata en territorio español. Avilés se estrenaba. Las sensaciones fueron inmejorables. Los tripulantes, en su gran mayoría franceses (con algún inglés entreverado), serán la mejor promoción de la ciudad en el exterior. «Gracias a esta edición, Avilés se inscribirá en la náutica europea. Recomiendo a los participantes que readapten sus brújulas, porque la etapa de Avilés se convertirá en mítica con el tiempo», dejó dicho el organizador de la prueba, Löic Bauduine.

Pero la primera llegada de «La Barquera» a Avilés también muestra su lado pragmático. Para empezar, el esfuerzo de Ayuntamiento, Autoridad Portuaria y clubes náuticos de la ciudad tuvo, al fin, premio tras dos salidas fallidas. Pero aún queda un trecho por caminar. «Hemos estado en Saint-Nazaire y hemos observado que para asentar los deportes náuticos en la ría necesitamos más y mejores instalaciones. Ése es nuestro reto», señala la alcaldesa de Avilés, Pilar Varela.

Los 43 veleros participantes abandonaron ayer Avilés por aguas de la bahía de San Juan-Salinas. Au revoir. Por delante, la segunda etapa, que tendrá como meta Pornichet, en la Bretaña francesa. Atrás, el regusto dulce del rehermanamiento de la ciudad con el mar. «La Barquera» regresará la próxima primavera. Será en la celebración de sus primeros veinte años de vida.