M. MANCISIDOR

Illas camina directo al paladar. El concejo más rural y apacible de la comarca avilesina vive desde hace meses un inusitado tirón del turismo gastronómico. Encontrar mesa libre un domingo es ya misión imposible: las reservas se formulan con, al menos, un mes de antelación. Y claro, el goteo incesante de comensales llegados a Illas de casi toda Asturias transforma cada fin de semana el paisaje del municipio. Mientras las mujeres, en zapatillas y bata, se afanan en limpiar las calles, coches de aquí y de allá hacen lo propio en la búsqueda de un hueco para aparcar. Al final, siempre hay un sitio, si bien el Ayuntamiento ha optado por habilitar un aparcamiento gratuito, aún en obras.

Ya en la capital de Illas, donde se agrupa la mayoría de restaurantes del concejo, muchos visitantes buscan tranquilidad y se recrean con el verdor perdido en sus lugares de origen. En Illas, la normativa municipal piensa en verde. La buena comida pone el resto. Leopoldo Rodríguez, del bar La Tenada, lleva siete años dando el mismo menú: pote de berzas, adobo, patatas con huevo y picadillo, callos, cordero y ternera guisada más postre, generalmente, queso de La Peral con dulce a cambio de 19 euros. Rodríguez ya tiene mesas reservadas para diciembre de este año y tiene prácticamente asegurados 60 menús dominicales. «Es increíble, Illas ya sale en internet por la fama de su cocina y aquí no tenemos ni web», dice el hostelero. Su colega del Chigre, José Antonio Sánchez, coincide. Cada fin de semana su local se llena hasta la bandera y cree saber el secreto. «Nuestra sidra es distinta, porque la hacen exclusivamente para este bar». Excelencia gastronómica y caldos únicos hacen así de Illas un retiro dominical de moda.