E. C.

En su diagnóstico del Estado español, el ex vicepresidente de Gobierno Francisco Álvarez-Cascos abordó, entre otros aspectos, la confrontación generada por la «radicalidad antiespañola, que divide en constitucionalistas y nacionalistas las alternativas de Gobierno en algunas comunidades autónomas, en Cataluña o el País Vasco». Cascos dijo echar de falta un «ambiente cordial y constructivo entre los partidos nacionalistas y los estatales», que facilite los acuerdos.

Cascos también tuvo palabras para las «alianzas partidistas que son capaces hoy de impedir determinadas mayorías y, en cambio, de alumbrar otras mayorías de gobierno que hace treinta años se considerarían contra natura». Que hay fuerzas políticas minoritarias que tienen un peso político desproporcionado, y que existe un «poder centrifugador creciente de las autonomías» son otras de las ideas que desarrolló el ex ministro en su discurso.

Sin embargo, en las palabras del presidente del Principado, Vicente Álvarez Areces, se dejó traslucir un mensaje muy distinto. Así, después de dejar caer que en sus dos legislaturas el Gobierno popular se basó en el neoliberalismo y en la fuerte dependencia de la inversión privada, habló de «un país plural, con democracia sólida y que construye un futuro en libertad».

También en esa línea, y en alusión a la intervención que Álvarez Cascos acababa de protagonizar sobre el escenario, afirmó: «Democracia es hablar en libertad, y eso ha quedado hoy, aquí, de manifiesto».