Catedrático de la Universidad Pompeu Fabra

La Granda (Gozón),

Saúl FERNÁNDEZ

El catedrático José García-Montalvo despidió su charla sobre el colapso financiero, ayer, en la residencia de La Granda, con una sonrisa: «No se preocupen, a pesar de todo, el capitalismo sigue vivo». Durante algo más de una hora diseccionó el sistema económico, que, a su juicio, vive una agonía desde que los precios de vivienda se desorbitaron, desde que los créditos bancarios se convirtieron en verdadera materia de la ciencia ficción, desde que la economía estalló en mil pedazos después de un cúmulo continuado de despropósitos que han pintado unas cuentas corrientes en cuidados intensivos y una recesión semejante a la que se vivió en los últimos años 30. García-Montalvo es doctor en Economía por la Universidad de Harvard y, actualmente, dirige el departamento de Economía de la Empresa de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona.

-¿Hago negocio si me compro un piso?

-En este momento, ningún negocio. Bueno, si encuentra pisos embargados, entonces sí. Porque el precio está rebajado un cincuenta por ciento. En Estados Unidos hay un negocio ahora que consiste en comprar una vivienda embargada, reformarla un poco y venderla.

-La cosa está muy mal.

-Desde luego que sí. Para devolver el sistema a su seno la vivienda debería bajar un cuarenta o cuarenta y cinco por ciento.

-O sea, que el precio que tienen ahora los pisos...

-...es una barbaridad. Sobre todo si los comparamos con el salario medio de los trabajadores. Antes de la crisis todo el mundo se metía en un piso, porque los tipos de interés estaban a un uno por ciento y eso suponía que el esfuerzo de correr con las hipotecas era mínimo. Pero ninguna economía se puede mantener con tipos tan bajos. La cifra normal está en el cuatro o cuatro y medio. Lo que sucede es que, así, las familias no pueden pagar la vivienda, de ahí que se haga imprescindible un descenso del precio de la vivienda hasta el cuarenta y cinco por ciento. Así la familia puede pagar porque el banco ha aceptado el crédito.

-De acuerdo, la rebaja de la vivienda es imprescindible, pero, ¿se está dando?

-Se tiene que dar, obligatoriamente. No hay que olvidar que tenemos un millón de viviendas que no se han vendido, pendientes de la recuperación del mercado.

-Las autonomías construyen viviendas de protección oficial (VPO), ¿hacen bien?

-El exceso de oferta no se puede solucionar incrementando la oferta, no tiene sentido.

-El Principado de Asturias quiere eliminar el parque de vivienda libre comprando pisos y convirtiéndolos en VPO.

-El problema de esta medida es a qué precio va a comprar. La medida no es única. En Cataluña está el plan de VPO Concertada Catalana que oferta pisos a 300.000 euros. Bueno, eso no es protección oficial, no es razonable. En Madrid, el precio concertado está en 330.000 euros. La política ideal sería el alquiler, pero esto no se está llevando a cabo. La compra de viviendas libres sería admisible si esta se hace siguiendo los planes de vivienda o, lo que es lo mismo, con el precio que está regulado. Lo que sucede es que el constructor no quiere. Así que se generan problemas de expectativas: no hay acuerdos entre los promotores y los gobiernos. Los constructores piensan que la rebaja de los planes de vivienda es excesiva y, aunque han aceptado una caída, no están de acuerdo en que esta sea tanta.

-No me compro un piso. ¿Lo alquilo?

-Mejor. El uso de la vivienda está condicionado a la capacidad económica de cada cual. La Constitución lo que garantiza es que cada cual tenga un sitio donde vivir, no es que este sea de nuestra propiedad. Si eres joven, con un empleo inestable, con un sueldo bajo, lo natural es que acudas al mercado de los alquileres.

-Pero el problema es que una de las mayores aspiraciones es un piso en propiedad.

-Porque no se ha incentivado el alquiler, porque todos los subsidios son a la compra. Pese a ello, el mercado de los alquileres crece cada vez más. Actualmente, está en el trece por ciento.

-Pasando a otro asunto, ¿el gasto público anima el consumo?

-Esa idea es keynesiana al ciento por ciento. En los años treinta se decía que para crear rentas un hombre tenía que hacer agujeros, cobrar por ello, y otro cobrar por taparlos. Eso es lo que sucede con los planes del Gobierno: son soluciones a corto plazo y nada más. Porque el objetivo teórico -el relanzamiento del consumo- no se da. Porque una cosa que no se sabía en los años treinta es que en economía hay un principio de incertidumbre que condiciona el progreso. En vez de consumir, se ahorra, porque se desconoce qué habrá después, si uno seguirá teniendo un empleo. Así, la única solución es que cuando el plan de gasto del Gobierno se agote se vuelva imprescindible lanzar uno nuevo.