Arquitecto

Elisa CAMPO

Eduardo Leira (Madrid, 1944), arquitecto y urbanista, es el autor del Plan General de Ordenación Urbana del municipio de Avilés, que se aprobó en 2006. En aquél momento ya planteó el germen de lo que hoy se ha dado en llamar Isla de la Innovación, de la que el Niemeyer es el mascarón de proa. Entonces fueron muchas las críticas, pero ayer no podía menos que sonreír al ver que lo que él ideó ya comenzó a hacerse realidad.

-Toda esta transformación de la que se habló se planteó desde 2001. De esa relación entre ciudad y puerto, y la ría como lugar tradicional de asentamiento de industrias que ya estaban siendo desmanteladas. Había que reinventar la ciudad.

-Fue, entonces, el momento adecuado.

-En ese lugar empecé a hablar de la ópera de Sidney como ejemplo de lo que se podría instalar aquí. Y fue algo muy polémico, hablar de recuperar la ría para la ciudad. Hubo bastantes risas. Decían que era imposible incluso en el concepto. Pasó lo mismo con el Guggenheim, la comisión dijo que era un disparate ya que un museo tenía que hacerse en la ciudad y no en la trasera. En Avilés, la idea de que la ría tenía que conectar con la ciudad generó gran incredulidad. Nosotros planteamos una nueva centralidad en este fondo de ría, una nueva organización en forma de isla que ahora es la Isla de la Innovación. Tuvimos que pelear contra la prevención que había de no ubicar zona residencial en los espacios hasta entonces dedicados a industria y empleo. Eso es una visión arcaica, en este momento se trabaja en centralidades 24-7, esto es, con actividad las 24 horas del día y los siete días de la semana, donde se aglutinan los distintos usos en lugar de zonificar. Ya estábamos entonces pensando en una actividad económica compatible con la residencial: innovación, nuevas tecnologías, sector neoterciario... Todo eso es compatible con la residencia.

-Pero ahí está Baterías de Coque...

-Cuando hice el plan, afortunadamente Baterías tenía una fecha de caducidad, 2007. Hicimos todo pensando que Baterías se iba a ir.

-¿El tiempo le ha dado la razón?

-Estoy muy emocionado, es un gran éxito que es consecuencia de lo que empezamos hace una década entre el escepticismo de todo el mundo, éramos el hazmerreír. Ahora el que me río soy yo. Hay que ser ambiciosos e ir hacia adelante.

-Se da por recompensado.

-Soy el que ha generado ese entusiasmo de que era no sólo posible, sino necesario. Yo di primero la batalla en la ría de Bilbao, y luego la he dado aquí. En Bilbao se decía «qué bonito si fuera posible». Los escépticos se apuntaron después. Aquí en Avilés, como ya era la segunda experiencia, ya había aprendido que siendo bonito era más posible.

-Pero entonces no podía ni imaginar un Niemeyer.

-Con esta obra, Dios ha venido a ver a Avilés. El poder de la marca se junta con la capacidad y la necesidad de transformación. Permite posicionarse en el mundo. Es, sin duda, un hito. Y el programa de ocio y eventos era más o menos lo que planteábamos. De hecho habíamos pensado en un edificio con un doble auditorio, con la planta superior abierta a la ría. Y detrás había una torre de edificios, centro comercial... El objetivo era encontrar a alguien que pagara la obra.

-Esa asignatura, la económica, sigue pendiente.

-Pero entonces no imaginábamos que hubiera 40 millones para inversión pública, es un punto de partida muy importante.

-¿Cómo plantea el reto de las comunicaciones?

-Me ha gustado mucho el invento de la grapa, hace de la necesidad virtud, es un invento magnífico. Cuando bajaba desde el Ayuntamiento no imaginaba cómo iba a pasar sobre las vías. Nadie le da importancia a esa conexión, pero es fundamental.

-¿Y qué opina de la ronda ferroviaria que proyecta Fomento?

-No la conozco. Nosotros habíamos hecho varias propuestas. Lo que está claro es que el tren es imprescindible, pero tiene que ser compatible con el desarrollo urbano.

-La Isla de la Innovación generó gran expectación por parte de arquitectos y urbanistas.

-Es estupendo. Nosotros fuimos quienes primero propusimos que esa nueva centralidad fuera una isla. Lo que me da miedo es que se caiga en la tentación de no instalar zonas residenciales en la margen derecha.

-¿Hay plan urbano para rato?

-Por supuesto.