Psicóloga infantil

Marta PÉREZ

La psicóloga clínica y psicoterapeuta Patricia Bécares es defensora del uso del sentido común en la educación de los niños. Recientemente impartió una charla en el Colegio Público Enrique Alonso en el marco del programa «Escuela de Familia». La organización de la actividad corrió a cargo de la Asociación de Madres y Padres del centro educativo y forma parte del programa de actividades extraescolares del Enrique Alonso. Los padres de los escolares participaron en un coloquio tras la exposición de la psicóloga, quien les dejó claro que «los niños no vienen con un manual bajo el brazo porque no son máquinas, sino personas».

-Usted defiende que los padres utilicen en sentido común en la educación de los niños. ¿Es así de sencillo?

-Los padres a veces están confundidos y yo trato de ayudarles diciéndoles que son los que mejor conocen a sus hijos y que se dejen llevar por la intuición. Ellos saben lo que tienen que hacer, y más que darles una guía de esto es bueno o esto es malo, lo que hay que hacer es orientarles sobre las necesidades del niño. Lo que hago es contarles cosas que a lo mejor no están claras, cuáles son las necesidades de los pequeños, y a partir de ahí actuar. Cada niño es individual y cada familia es individual. Lo que es bueno para una familia no es bueno para otra. Es muy difícil dar consejos.

-¿Existen consejos comunes que se puedan poner en práctica?

-Son los consejos comunes del crecimiento del niño. Siempre cito a dos autores que a mí me gustan mucho: Bowlby y Winnicott. Hace años empezaron a hablar de los vínculos afectivos. Una de las cosas que descubrieron es que los niños, además de las necesidades básicas, necesitan vincularse afectivamente. Hay que decirle a los padres que no tengan miedo a esto, a consentirlo. Es muy fácil darles amor, cualquier padre quiere a su hijo, incluso aunque no lo esperase. Son cosas muy obvias, pero a veces cuando las dice una persona desde fuera, ayuda.

-¿No hay un manual de instrucciones, entonces?

-No. Los niños no vienen con un manual debajo del brazo porque la relación no es con una máquina, sino con un ser humano. Hay que fiarse de uno mismo, porque a veces tanta norma... Las emociones de los padres y las emociones de los hijos son lo fundamental.

-¿Qué opinión le merecen los métodos que se enseñan en algunos programas de televisión que están tan de moda como «Supernani»?

-«Supernani» es lo contrario de lo que yo pretendo. No es malo, es diferente y hay padres a los que les sirve. Y si les sirve, me parece correcto. Pero «Supernani» nos viene a decir a los padres lo que hay que hacer: las normas. Lo que recomienda es un adiestramiento de los niños, y a los niños no hay que adiestrarlos, porque cada niño es distinto, y cada familia es distinta. A mí personalmente no me gusta, porque es reducir.

-¿Los niños cada vez son más complicados?

-No son más complicados, los niños siempre son niños. Lo que pasa que ahora tienen más estímulos, y una maduración cognitiva, pero no es una maduración emocional. Empiezan el colegio a los tres años, en mi generación empezábamos con seis años. No es que sean más complicados; ahora tienen más estímulos, más información. Pero lo que a mí me interesa, que es el desarrollo emocional, ése es el mismo, estamos hablando de personas.

-¿Hasta que punto es importante en la educación del niño que los padres puedan conciliar la vida laboral y la vida familiar?

-Es muy importante. Yo diría que es algo básico. Aunque también es como quitar un poco de culpabilidad a los padres. Pienso que no es tanto la cantidad de tiempo que se les dedique a los hijos como la calidad del tiempo empleado.