Los concejales avilesinos tienen la costumbre de excusar sus ausencias a los Plenos y, de esa manera, quedarse con la dieta. Es decir, no asisten pero cobran igual. Esa situación nace del tipo de acuerdo alcanzado al principio de mandato para las retribuciones de los concejales. En lugar de abonar cada asistencia, se paga una cantidad global y con eso se dan por liquidadas las dietas. Pero el problema está en que si el concejal da una excusa para su ausencia, percibe igualmente la dieta. Ese acuerdo resulta perverso a estas alturas. Las personas normales, cuando trabajan, sólo tienen la posibilidad de no acudir y cobrar si están de vacaciones o de baja. Los concejales con sueldo se encuentran también en esa misma situación. Se supone que quien se dedica a la política lo hace por servicio y por los inconvenientes que pueda ocasionar esa actividad percibe una dieta. Pero es inmoral que, en esta situación, cuando se piden sacrificios a los ciudadanos y se carga a sus espaldas el peso de la crisis, los políticos se dediquen a la picaresca, cobrando dietas cuando se van de vacaciones.