Abdulhman Al Jawish llegó hace apenas diez meses a Avilés, al barrio de Versalles, pero ya habla casi perfectamente español y quiere aprender asturiano. Su sonrisa permanente hace olvidar que, a sus espaldas, han quedado las bombas y la huida de su país, Siria. Ahora, vive con su madre, Fatima; su padre y sus dos hermanos, de diez y tres años. Madre e hijo relataron ayer su periplo por Siria, Líbano, Egipto, Francia y España a los alumnos del Instituto La Magdalena, que están celebrando sus jornadas culturales.

Fatima y su familia decidieron en 2013 abandonar su casa para trasladarse a otro punto de Damasco. "Antes nuestra vida era buena. Al principio no había muchas bombas, pero cuando empezó a ir a más tuvimos que salir", relata el pequeño, que hace las veces de traductor de su madre, que también se está haciendo al castellano. En 2014, la situación se hizo insostenible y optaron por partir. Primero a Líbano, en coche; luego a Egipto, en avión. Y en ese trayecto comprobaron cómo las cosas no iban a ser fáciles. Su primer billete de avión resultó ser falso -"era de trampa"- y tras esperar un día a que les dejaran algo más de dinero - "mi padre tenía guardado un poco"- llegaron a Egipto. De ninguno de esos dos países guardan buen recuerdo. "En el Líbano no les gustan que los refugiados vivan con ellos y en Egipto dicen que no son buenos", afirma Fatima Al Jawish.

Después de Egipto llegó Argelia, donde estaba su marido y padre de Abdulhman. Estuvieron siete meses, hasta que decidieron ir a Europa. Pasaron a Marruecos, después a Melilla y, por último, a Málaga. Luego a Francia. "España fue el que mejor país que nos trató cuando entramos. La llegada a Francia, cuando bajamos del autobús, no fue positiva y, por eso, mi madre se quiso ir a Alemania", comenta el pequeño. De vuelta a España, acabaron en Asturias. "Fue difícil al principio, pero ahora todo está bien porque entiendo el idioma, hablo con la gente... Los primeros tres meses fueron malos", afirma ella. Los pequeños van al colegio Versalles. En el caso de Abdulhman, estudia 5.º de Primaria y ya comenzó con el currículo de su curso, lo que es una proeza en su caso.

Ahora, Fatima Al Jawish mira a su país, donde vive parte de su familia, con tristeza. Las dos últimas semanas han sido muy malas y sus seres queridos no pueden salir. "Está todo cerrado. Estamos tristes por cómo nos tratan a los árabes. En Europa, mejor, pero en el Líbano, no bien", concluye la mujer.