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Agudos y graves

Cuatro décadas de canto a la libertad

El cantautor Tony Ferrer atesora una dilatada carrera durante la que flirteó con la canción protesta, el pop, el folk y las composiciones propias

José Antonio "Tony" Ferrer. RICARDO SOLÍS

Tony Ferrer aprendió a tocar "Le Metéque" de Georges Moustaki y desde entonces no se ha separado de su guitarra. Era un chaval de Candás que llegó a Avilés con 16 años y vivió la efervescencia musical de aquellos años finales de la década de los setenta. "Cada mes salía un grupo nuevo", señala. Con Isaac Turienzo, Julio Gilsanz, Tino di Geraldo y otros compartió sus primeras experiencias musicales. El franquismo estaba todavía latente y los jóvenes alzaban la voz, demandaban más democracia y ahí estaba Ferrer, que comenzó a escribir letras y más letras. Influenciado por la "Nova Canço" catalana se subió al carro de la canción protesta. Lo suyo era la música de autor. Marcado por Raimon, Serrat y demás decidió montar un dúo con Anselmo Muñiz. Lo llamaron "Cuerpo y alma" y comenzaron a tocar por Asturias. Ganaron concursos con piezas que reclamaban libertad "en una democracia que no acababa de llegar".

Tras años en la escena, el dúo se partió a la mitad. Fue entonces cuando Tony Ferrer mutó en José Antonio Ferrer y comenzó a tocar en solitario en la Universidad y teatros asturianos. Participó en el Día de la Cultura en Gijón junto a Víctor Manuel, y en otras ocasiones llegó a compartir cartel con Pablo Guerrero y un reivindicativo Carlos Cano. Y ahí sigue, cuarenta años después. Al tiempo, acudía al conservatorio de Oviedo para estudiar solfeo. También probó dos años con el piano. Además, iba a clases particulares con el profesor Luis Majo y allí conoció a Tino di Geraldo y su hermana Tina. Juntos formaron "Llume" y siguieron la misma estela. La "Llume" se apagó cuando Di Geraldo decidió buscar suerte en Madrid.

Tony siguió adelante y se sumó a "Vox Populi" con su amigo Mino Nieto. Hacían folk y su repertorio era tanto en castellano como en asturiano. Compartían carteles y amistad con "Camaretá", germen de "Nuberu", y dieron un vuelco a la idea del folk; jugaban con melodías pop y rock y mimaban sus composiciones musicales. "'Vox Populi' tenía una gran aceptación, tanto por la crítica como por la mucha afluencia que teníamos a los conciertos", afirma el músico.

Su intención era grabar un LP, pero los cuatro duros que podían juntar entre los componentes no eran suficientes. Tras una andadura de años y años de compromiso musical y político, Ferrer dio el salto a las orquestas. "Llegado un momento dejé de componer, empecé a hacer música comercial, estuve tan volcado en reclamar derechos y ser combativo que quedé seco", señala. Así se mantuvo hasta el nuevo siglo, dos décadas de romería en romería. Dejó de tocar en los escenarios, aunque en casa siempre tenía un hueco para sus grabaciones caseras y maquetas.

Se embarcó en un nuevo proyecto. Esta vez alejado de los escenarios pero igualmente vinculado a la música, como técnico colaborador de la discográfica Norte Sur y otras labores, decidió establecerse como autónomo en Albacora Producciones, firma dedicada a la producción audiovisual. Eso sí, siempre saca un minuto para afinar su guitarra y cantar como aquellos cantautores.

Desde un tiempo a esta parte, Tony Ferrer hace versiones de las voces que marcaron los años setenta y sigue manteniendo alguna que otra canción de su antiguo repertorio. Principalmente "Ella", un tema dedicado a la mujer con la que comparte su vida en los últimos cuarenta años, María. Canta por Silvio Rodríguez y recuerda aquellos tiempos en los que "Ojalá" sonaba en los transistores como sinónimo de libertad.

En sus conciertos intercala canciones "personales" con piezas más "populares"; escucharle, es sencillo, al menos durante una temporada, ya que todos los viernes a partir de las 23.30 horas tocará en La Llosa. Su estreno será esta noche y quizá entone dos de sus joyas, las únicas traducciones al castellano de dos clásicos del pop rock internacional como "Visions of Johanna" de Bob Dylan y "Lifes in the ballance" de Jackson Browne. Ambas fueron adaptadas por Tony Ferrer, que se mantiene fiel a aquellos años en los que los jóvenes cantaban a la libertad.

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