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La mansión de los cuentos

¡Guau, Margarita! (y II)

Los paseos de una niña y su amigo hasta el colegio y la imaginación con la que afrontan a diario la ruta

Alumnos del colegio de Sabugo, con Dulce Victoria Pérez Rumoroso.

Hola amigos. Con el frío de estos días os propongo un buen plan: sentaos en el sofá, tapados con una buena manta bien calentitos y leed... Hoy os dejo con la segunda parte del cuento "¡Guau, Margarita!". Tengo que decir que es un cuento muy especial y muy emocionante para mí, ya que, con él, he ayudado a muchas familias y niños a "ver" las cosas desde otra perspectiva.

La semana pasada conocíais a Margarita, y al cabo de unas cuantas líneas descubristeis que no se trataba de una niña, ni de una flor... sino de una perrita. Pero os prometo que hoy el cuento dará un giro inesperado y descubriréis alguna que otra sorpresa.

Margarita y Alberto disfrutaban muchísimo cada día en el trayecto de casa al colegio. Cada día era una aventura diferente, ya que el pequeño Alberto tiene una imaginación impresionante y súper divertida. Margarita nos contaba cómo un día el camino hasta llegar al cole se convertía en un suelo de piruleta, otro día estaba helado y repleto de renos saltarines, y el último día se cruzaban con señoras con bigote y señores en mini falda. ¡La imaginación de Alberto es increíble!

Cada día nos deparaba una nueva aventura, donde Alberto y yo éramos los protagonistas.

Los demás niños acudían al colegio tristes, resignados, con caras largas. El camino desde sus casas al colegio era muy aburrido y monótono. Sin embargo, mi amigo y yo disfrutábamos a diario, íbamos felices y risueños.

Alberto me quiere muchísimo, dice que soy su mejor amiga, que le ayudo mucho. Pero tengo que decir que soy yo la que está verdaderamente agradecida, pues cada día a su lado es increíble y me hace muy feliz. Donde otras personas ven el mundo aburrido y monótono, Alberto hace que cada día sea una fiesta. Tiene una imaginación desbordante.

¡Pero qué cabeza la mía! No sé si os había dicho que mi amigo tiene... ¿Cómo se llamaba? Era algo así como unas palabras mágicas. ¿Distropina de retifofia? mmm no... ¿Era Retifofia de distripúm?... Tampoco. ¡Ya sé! ¡Distrofia de Retina! ¡Eso es! Lo llaman "enfermedad rara": normal, con ese nombre... Yo casi me atraganto al decirlo. Con lo que Alberto tiene muy poca visibilidad, o prácticamente ninguna. Pero para él eso no es ningún problema, ya que dice que si viera el camino al colegio, seguramente sería mucho más aburrido y no podría imaginarse todas esas aventuras fantásticas. Yo simplemente le ayudo un poco como perrita guía, pero es él quien realmente me guía a mí por el camino de la felicidad.

Quizás en otro momento os cuente más aventuras, amigos míos. Ahora os tengo que dejar porque la mamá de Alberto nos llama para ir a comer y esa llamada me encanta ¡ñam ñam!

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