Hablar de deporte en Gozón es hablar de José Rafael González Viña. No en vano, lleva 30 años como coordinador de este área, además de responsable del servicio de salvamento en playas desde 1992, por el que logró una de las mejores recompensas a nivel profesional: que Gozón fuese el primer ayuntamiento de España en recibir el título de excelencia en salvamento y socorrismo que concede la Adeac (Asociación de educación ambiental y del consumidor). El próximo 9 de mayo colgará las botas para pasar al retiro pero dejará una impronta imborrable en el concejo.
Nació el 4 de mayo de 1954 en Cruz Roja de Gijón. A pesar de tener ADN puramente luanquín, vivió sus primeros nueve años entre Somió y la capital de Gozón porque su padre era el chófer del Conde del Real Agrado. Cuando falleció el noble, la familia regresó a Luanco hasta que recibieron otra oferta laboral en Madrid por parte de la sobrina del conde. En la capital residió desde los 10 a los 21 años, después de acabar el servicio militar, que le coincidió con la Marcha Verde y el fallecimiento de Francisco Franco.
Siendo muy joven, González Viña ya mostraba inquietudes. "Con 14 años ya estaba metido en varios clubes deportivos de Madrid tanto como deportista como en la organización", recuerda. Y desde entonces su vida está ligada al deporte. Rechazó entrar en la Universidad Complutense para estudiar Historia y Arte porque su vocación de aquella era la banca. De hecho, estuvo varios años probando suerte presentándose a oposiciones para ello, pero nunca lo logró. "Mi padre tenía un sueldo raquítico y yo no quería estar cinco años hincando los codos para ser profesor porque no me gusta esa profesión", reconoce.
Se aposentó en Luanco en 1975 y siguió ligado al deporte. Se incorporó a la Asociación Deportiva de Luanco (ADEL), y empezó a jugar al fútbol en el Marino de Luanco. Precisamente este club fue fundado por su abuelo Federico Viña y su tío Belarmino Viña, que murió el año pasado a los 105 años. Al año siguiente fichó por el Real Avilés, donde estuvo siete temporadas como profesional "con contrato privado y un sueldo importante", desvela. El año que ascendió el Logroñés a Primera División quisieron hacerle ficha pero el luanquín no accedió porque sabía que su novia por aquel entonces, ahora su mujer Ana María García Menéndez, no iba a acompañarle.
Después de su periplo deportivo, abrió el bar Viña en 1980 junto a un cuñado y tuvieron el negocio seis años hasta que se dio cuenta de que la hostelería no era lo suyo. También tocó otros palos, como ser peón con la empresa Boccard Española cuando se estaba construyendo la acería LD-III. Al finalizar el segundo contrato con esta firma, salió la plaza de conserje del polideportivo Jenaro Fernández Diego con un contrato temporal de tres meses. Se presentó y la sacó. Entró a trabajar el 28 de noviembre de 1988 y desde entonces hasta ahora no se ha movido de su puesto. De aquella, el polideportivo lo gestionaba la Fundación cultural y deportiva de Gozón, un organismo autónomo. También le ofrecieron ser coordinador porque el chico que llevaba este área sacó plaza de profesor en Santander. Estuvo de conserje y coordinador, encadenando contratos, hasta que en 1991 sacó la plaza de coordinador. "Hacía de todo: organizar el carnaval, las fiestas del Socorro y del Carmen...", apunta. Ya en 2005, la gestión del polideportivo pasó a ser municipal.
De estos 30 años al frente del deporte y las playas en Gozón recuerda momentos difíciles como el accidente del Prestige, las riadas de 2010 que asolaron el concejo y, a nivel personal, la enfermedad de su hijo, por la que compaginar su vida laboral y profesional se hizo una tarea más ardua de lo normal. Lo positivo: conseguir metas para mejorar el polideportivo, aunque le queda una espina: "mi pelea desde el primer día era que se hiciese un polideportivo nuevo y no lo conseguí", lamenta.
