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El castillo de Gauzón vuelve a latir gracias a la literatura

La novelista Isabel San Sebastián recrea la fortaleza medieval en su último libro y promete hacer más incursiones en escenarios históricos asturianos

El Castillo de Gauzón, uno de los escenarios de la última novela de Isabel San Sebastián

El Castillo de Gauzón, uno de los escenarios de la última novela de Isabel San Sebastián

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El Castillo de Gauzón, uno de los escenarios de la última novela de Isabel San Sebastián Francisco L. Jiménez

Una chimenea encendida y bien cebada para caldear las dependencias privadas de los condes residentes en la fortaleza, muros policromados con vivos colores, suaves y mullidas alfombras tendidas en el suelo de hormigón e incluso un aseo privado con bañera e inodoro que los sirvientes vaciaban después de cada uso. Así describe la escritora Isabel San Sebastián en su última novela, “Las campanas de Santiago” (Plaza & Janés), uno de los aposentos suntuosos del castillo de Gauzón, cuyas ruinas son visitables en el peñón de Raíces, sobre el que fue erigido uno de los edificios más emblemáticos del Medievo asturiano, residencia esporádica de reyes en cuya fragua se forjó la Cruz de la Victoria.

San Sebastián insiste en su último libro en sus andanzas literarias por la historia de España y desembarca de lleno en la Reconquista:“Es una novela que remite en cierto modo a otras obras mías como ‘La Peregrina’ o ‘ La visigoda’, incluso me permito algún cameo de alguno de aquellos antiguos personajes; pero es más cercana en el tiempo”. En concreto, la acción discurre entre los años 997 y 1015, el periodo en que el caudillo árabe Almanzor sembró el terror con sus incursiones en el norte peninsular y la frontera entre los reinos cristiano y sarraceno discurría por el río Duero. La trama versa sobre el expolio de las campanas de la basílica de Santiago, su transporte hasta Córboba y la separación de un matrimonio –Tiago y Mencía– cuyos miembros corren distinta suerte, cautivo él y refugiada ella en tierras de Asturias.

Isabel San Sebastián, en un tramo del Camino de Santiago. Mar Molina

En la novela sale Cudillero, una paupérrima aldea de pescadores en la que Mencía, una de las protagonistas de la novela, encuentra refugio. He recreado la localidad a través de la leyenda de su origen vikingo, sus costumbres ancestrales, la pesca como economía básica de sus gentes, la cultura del hilado y el saín... Es ahí, en un enclave remoto y oculto por mar y tierra a los ojos de los enemigos de la cristiandad, donde Mencía comparte sus conocimientos e introduce la técnica del hilado como oficio femenino”, detalla la escritora, que agradece al Cronista Oficial de Cudillero, Juan Luis Álvarez del Busto, su colaboración como asesor para perfilar aquel Cudillero a caballo entre lo mágico y lo legendario.

San Sebastián también refiere en cierto pasaje de la novela la ermita de Santa Ana, en la actualidad muy cercana a la residencia que posee la escritora en Asturias y a la que acude siempre que sus obligaciones laborales se lo permiten. “Que soy una enamorada de esta tierra y de sus gentes no es ningún secreto, considero a Cudillero y a Asturias en general mi segunda casa”, piropea.

Al respecto del castillo de Gauzón, sirve de escenario a todo el epílogo de la novela, la parte donde se atan muchos de los cabos que han ido quedando sueltos durante la trama y donde se deja entrever la continuación de la historia. Porque “Las campanas de Santiago” aspira a ser la primera entrega de una trilogía en la que Asturias, y sobre todo el castillo de Gauzón, tendrá una importancia notable.

Para hacerse una idea de cómo tuvo que haber sido en su apogeo la fortaleza de Raíces, Isabel San Sebastián leyó y documentó el edificio. Lo había visitado también en el pasado en calidad de turista, pero en aquel entonces la escritura del libro no estaba aún en su mente. “La fortaleza de Gauzón fue en su época un emplazamiento militar de primer orden, a la vez que un foco de actividad comercial para el entorno y una residencia noble provista de grandes lujos. A diferencia de lo que muchos piensan, la Edad Media no fue un periodo oscuro, bárbaro y monocolor. Amaban los colores, gustaban de tener espacios de comodidad y en la medida de sus escasas posibilidades, utilizaban muy bien los recursos a su alcance para gozar de confort”, relata la escritora, que plasma tales conceptos en su descripción del Gauzón del año 1015, entonces bajo gobierno condal.

“Somos el único país que se avergüenza de su pasado, es así de penoso”, lamenta la escritora

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San Sebastián es conocedora del proyecto de investigación arqueológica y recuperación patrimonial que se lleva a cabo desde hace más de una década en el castillo de Gauzón y anima encarecidamente al Principado de Asturias y al Ayuntamiento de Castrillón a persistir en el empeño. “Ojalá ese proyecto se ejecute hasta lograr la total recuperación de los restos del Gauzón porque es una auténtica joya del patrimonio asturiano, por lo general víctima de olvido y abandono. Hay muy pocos enclaves que, como Asturias, dispongan de tanto y tan importante legado histórico pero, desgraciadamente, y a diferencia del patrimonio natural que sí se ha sabido preservar de forma encomiable, lo que tiene que ver con lo histórico y artístico deja bastante que desear. Y es una pena, porque la cultura, además de necesaria, podría ser para Asturias un activo cultural de primer orden”.

Los escenarios asturianos incluidos en el universo literario creado por Isabel San Sebastián para contar a su modo algunos acontecimientos de la Reconquista se entremezclan en las páginas de la novela con Santiago de Compostela –donde arranca la historia–, Astorga, Salamanca o Córdoba, entre otras ciudades. “La función fundamental de esta novela es, desde luego, entretener, emocionar y cautivar, pero no negaré que al discurrir en tiempos de la Reconquista también aspiro a que tenga su aquél pedagógico”, señala la autora, bajo cuyo punto de vista “hay demasiada ignorancia de nuestra historia porque al parecer no interesa ponerla en valor; o lo que es peor, quieren destruir nuestras raíces comunes ésos que están empeñados en desunir España”.

Ante ese pretendido revisionismo, San Sebastián no se calla: “Yo no me avergüenzo de la historia de mi país y mucho menos de un periodo de ocho siglos como fue la Reconquista en los que tuvimos un proyecto común que luego se proyectó hacia América. Somos el único país del mundo que se avergüenza de sus logros del pasado; es así de penoso”. Tan idealista, a su modo, como los personajes novelescos que ha creado para que lata la vida de nuevo en el Gauzón.

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