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Ocho años para cerrar el envenenamiento por mercurio de los trajadores de Azsa

Los intoxicados en 2012 en Asturiana de Zinc y la propia empresa sellan la paz tras cuatro huelgas de hambre y varios viajes a Bruselas y Suiza

Parte del medio centenar de trabajadores de la empresa Imsa intoxicados por mercurio en una imagen de 2013. M. V.

El accidente laboral por envenenamiento por metales pesados más grave de Europa en los últimos veinte años se produjo en las instalaciones de la empresa Asturiana de Zinc (Azsa) en los últimos días de noviembre de 2012 (aunque se conoció el 3 de diciembre, cuando cuatro trabajadores de la auxiliar Ingeniería y Montajes del Norte, ingresaron en los hospitales de Avilés y de Oviedo con síntomas compatibles con la intoxicación por mercurio). Después de aquellos primeros cuatro casos, vinieron cuarenta y cinco más. Todos, y la compañía filial de Glencore, alcanzaron un acuerdo “satisfactorio” a finales de este pasado octubre que da carpetazo a una crisis enquistada entre peticiones de los enfermos, las investigaciones judiciales, reclamaciones sindicales y políticas. Los afectados por el mercurio han hecho cuatro huelgas de hambre y han viajado a Madrid, a Bruselas y a Baar. Aquí es donde tiene su sede la matriz de Asturiana de Zinc (Glencore).

El accidente

La empresa Ingeniería y Montajes del Norte (Imsa) fue contratada por Asturiana de Zinc (Azsa) para cambiar los tubos del intercambiador de la planta número 4 de tostación de la planta de San Juan de Nieva. Este trabajo comenzó en el mes de noviembre de 2012. Los primeros cuatro casos se conocieron el 3 de diciembre siguiente. Los afectados al final fueron 49 (se fueron conociendo en los siguientes días de aquel diciembre).

Las primeras reacciones

La empresa Asturiana de Zinc (Azsa) investigó de manera discreta el accidente. El resultado de esa investigación autónoma nunca se conoció. La empresa Imsa, por su parte, reunió a su comité de empresa el 14 de diciembre de 2012, es decir, tardó diez días en informar sobre el envenenamiento de sus compañeros. El sindicato Comisiones Obreras (CC OO) dictaminó que el accidente fue fruto de la “atroz incompetencia” de Azsa e Imsa. Y es que los trabajadores se habían metido en los intercambiadores (una especie de enormes silos) sin equipos de respiración semiautónomos, sólo con una mascarilla.

Los precedentes

La empresa Asturiana de Zinc detectó a comienzos de 2012 contaminación por mercurio en el proceso de depuración de las plantas de de tostación de calcine. Esta detección decontaminación por mercurio se produjo al analizar el ácido sulfúrico. La presencia del metal pesado lo que evidenció fue un fallo en el proceso de depuración.

El Principado interviene

La directora del Instituto de Prevención de Riesgos Laborales en diciembre de 2012 calificó como “leves” las intoxicaciones: “Uno a uno”. La situación general, sin embargo, era “grave” para la responsable técnica. Izquierda Unida, por boca de su coordinador asturiano en aquel año –Manuel González Orviz–, sin embargo, calificó el accidente como “negligencia grave”. Gaspar Llamazares, por entonces, diputado en el Congreso, fue un paso adelante: “La intoxicación de mercurio en Azsa es tercermundista”. La dirección general de Salud Pública salió a la palestra por primera vez después de que hubiera pasado un mes del accidente. Dijo que entonces se había detectado “una bajada drástica” en los niveles de mercurio de los trabajadores. Hacía días que habían dejado los hospitales.

El doctor Español y los folletos

La empresa Asturiana de Zinc llamó al doctor Santiago Español Cano para calmar los ánimos. Reunió a los trabajadores en Oviedo, pero no los convenció. “Barrió para la empresa”, dijo uno de los trabajadores afectados. “Le hicimos preguntas, pero al final o no las contestaba o les daba la vuelta”. En aquella reunión (23 de enero de 2013), un médico de Asturiana de Zinc reconoció públicamente que “algo falló en la prevención”, fue la primera fuente oficial de la empresa en explicar el accidente. El Principado prometió el 23 de enero “un seguimiento médico en el HUCA a 87 trabajadores”. Azsa, en paralelo, entregó folletos a los trabajadores intoxicados destinados a mujeres embarazadas.

Los problemas del mercurio

Agustín Costa, que fue catedrático de Química Orgánica de la Universidad de Oviedo, señaló que el gran problema “del mercurio está en sus vapores, pasa de líquido a gas a temperatura ambiente”. Ahí señaló una de las madres del cordero: cómo se intoxicaron los trabajadores. La empresa defendía que el mercurio había llegado a los organismos por vía bucal, esto es, que se envenenaron por falta de cuidado. Un estudio químico de 2013 ya señaló que eso no era cierto, que el mercurio que envenenó a los trabajadores “estaba en el aire”.

La vía judicial

El accidente llega a los tribunales en febrero de 2013. Cuatro trabajadores se personan en la causa penal abierta por el juzgado Número 4 de Avilés en la que quedaron imputados el director de la fábrica de Asturiana de Zinc y luego otros jefes de la planta.

La causa del accidente

El Instituto de Prevención de Riesgos Laborales determinó que el accidente del mercurio se produjo por “un fallo en las torres de mercurio”. Esta conclusión fue la misma a la que llegó el Inspector de Trabajo. Pero esto sólo fue el principio de una agonía de ocho años.

Una mediación de 20 meses y 15 reuniones

“La mediación de los afectados por el mercurio con la empresa Asturiana de Zinc ha sido la segunda más larga de las que he llevado a cabo”, explicó a LA NUEVA ESPAÑA el abogado Agustín Azparren, el responsable del cierre de una crisis de ocho años que comenzó, precisamente, cuando cuatro trabajadores de la empresa Ingeniería y Montajes del Norte (Imsa) fueron ingresados en el Hospital San Agustín y en el Central de Asturias con síntomas compatibles con la intoxicación por mercurio. “Comenzamos en febrero de 2019 y ahora, a finales de este octubre, terminamos tras haber tenido 15 reuniones. Las primeras con cada parte y el resto, con todos los protagonistas. Tras el acuerdo, que es secreto, lo elevamos a escritura pública, es decir, fuimos a un notario. Esto funciona como una sentencia”, sentenció el abogado de Ontier España.

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