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“Echo de menos el poliespán”

Pepe Espiña, que ha decorado decenas bares y artilugios anima a las peñas para 2022: “No hay que desanimarse, hay que ser positivos”

Espiña trabaja en un decorado de Antroxu para la gala del Palacio Valdés. Ricardo Solís

Pepe Espiña es una de las piezas claves del Antroxu avilesino. Ha construido artilugios para el Descenso de Galiana, ha decorado fachadas para el concurso de Chigres Antroxaos y podría decirse que está licenciado y con máster en el uso del poliestireno. “Estoy muy triste porque no haya Antroxu, por esta situación que nos ha tocado vivir, es lo peor después de una guerra”, se lamenta el artista, después de dejar de usar un cúter, su herramienta de trabajo. “A estas alturas estaría a tope de trabajo, ahora estoy más relajado, pero echo de menos el contacto con el poliespán”, indica Espiña, que estos días ultima los detalles del decorado que lucirá en la gala de Antroxu desde el Palacio Valdés y que los avilesinos podrán seguir a través de internet, por esas cosas de la pandemia antroxera. Crea el decorado en una nave situada en el Matadero viejo, en la calle del Muelle. En su obra para la gala online, Espiña intenta recrear la espuma del Descenso y se dejaba intuir la Foquina, que desde hace años descansa en el parque del Muelle. Otros años, Espiña comenzaría con sus diseños, aproximadamente un mes antes del inicio del homenaje anual de Avilés a Don Carnal y la irreverencia.

Aparte de su ingenio y su pericia con las manos, Espiña es carnavalero de pedigrí. Es miembro de la peña Ébano de Versalles, que se distingue por ser una de las más veteranas y lucidas del Descenso de Galiana. Es más, ha ganado no pocos premios. “El Carnaval para mí supone alegría, compañerismo, compartir con los amigos, con las peñas del Descenso, también mucho trabajo”. Lo dice el hombre que lleva tres décadas con el cúter en la mano para diseñar estructuras y dar rienda suelta a su imaginación hasta límites que solo los más carnavaleros podrían llegar a comprender. Ha construido y ha ayudado a construir piezas de todos los tamaños para surcar las procelosas aguas de Galiana y lamenta que este año no pueda repetir la experencia. “Lo peor que llevo es que no podemos juntarnos con la gente”, enfatiza antes de lanzar un mensaje de positividad, clave para estos tiempos. “Si tuviera que ponerme un disfraz lo haría de esperanza, con tonos verdes, porque vamos a continuar, no hay que desanimarse y hay que vivir siendo positivos”, remarca Pepe Espiña, quien confía en que el próximo Antroxu, el de 2022, sea una fiesta con todas las letras.

“Para esta edición, visto como estaban las cosas, no pensamos en nada concreto pero para el próximo queremos hacer algo grande, muy grande, y animo a todas las peñas a hacer lo mismo”, incide el artista, cargado de optimismo. Lo dice consciente de la situación en la que vive su sector, el de los creadores. “Perdí un año de trabajo a cuenta de la pandemia, tuve algo en Navidad en el taller y pude aguantar, pero ni un año más”, comenta el artista que tras el Antroxu tenía previsto ponerse a construir tres carrozas de Pascua que tenía encargadas y el confinamiento domiciliario paralizó.

Ahora sigue con su cúter y espera que pronto –“ojalá en 2022”– pueda reencontrarse con el poliespán, ese elemento casi indispensable en decorados para Chigres Antroxaos, en artilugios del Descenso de Galiana y que Espiña “tanto echa de menos”.

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