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Un viaje en el tiempo a través del arte

El colectivo “Cuéntame un cuadro” se vale de la música, la palabra y la pintura para dar a conocer a artistas del pasado, como Maruja Mallo

De izquierda a derecha, Noelia Viera a la guitarra, Verónica Rubio tocando la trompeta, Cristina Puertas, profesora de teatro, ejerciendo de “cuentacuadros” e Itziar Sánchez pintando sobre un lienzo a la artista Maruja Mallo. | R. Solís

“Esta actividad es multidisciplinar y ofrece distintos estímulos a los niños para que aprendan de los artistas del pasado y, al mismo tiempo, se diviertan”, destacó ayer Cristina Puertas, profesora de teatro perteneciente a la asociación “Cuéntame un cuadro”, la que se encargó de llevar a cabo ayer la iniciativa “Cuentacuadros: Maruja Mallo” en la plaza del Centro Niemeyer.

Este evento consistió en un teatro de carácter familiar, escrito por la directora del centro, Patricia Pérez, en el que a través de la interpretación, la música y la pintura los más pequeños viajaron virtualmente en el tiempo cien años atrás. En ese viaje pudieron acercarse a la figura de Maruja Mallo, una de las artistas de la vanguardia española que comenzó su formación en la Escuela de Artes y Oficios de Avilés y cuya primera exposición también se hizo en esta ciudad.

Encima de un pequeño escenario, acompañando a Cristina Puertas, se encontraban también Verónica Rubio, como trompetista, Noelia Viera como cantante y guitarrista e Itziar Sánchez como pintora. “Mientras yo voy contando la historia de Mallo, Vero y Noelia la van envolviendo con poemas musicados de García Lorca y otro tipo de canciones, e Itziar va pintando en tiempo real un cuadro de la artista de la que estamos hablando”, explicó Puertas.

Durante la actividad, las “cuentacuadros” relataron la anécdota de “las sinsombrero”, un grupo de mujeres artistas de la Generación del 27, mientras interactuaban en todo momento con el público, que respondía y aplaudía sin perder detalle del viaje artístico. “Llevamos dos años con esta iniciativa; la pusimos en marcha también en colegios como el ‘Enrique Alonso’. Suele funcionar muy bien con niños de muy distintas edades. Es una experiencia muy sensorial y pedagógica”, señaló la profesora de teatro.

Sin embargo, entre los asistentes a la actividad no había solo niños, algún mayor también se acercaba a curiosear y algunos de los que habían ido al Niemeyer con otro objetivo se quedaban a verlo. “Hoy estamos aquí tres generaciones. Por un lado está mi hermana con la bisabuela, y dentro están mi marido y mi hija con mis nietos, que ya vinieron ayer y los niños volvieron encantados. Nunca nos perdemos las actividades culturales y el hecho de que incluyan pintura y música lo hace más atractivo”, relató Luisa Bueno, una mujer del público.

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