La herida que ha dejado en el sector hostelero asturiano la pandemia de coronavirus es dolorosa, pero menos grave de lo que se llegó a creer en un principio, cuando se llegó a temer una debacle sin precedentes y una sangría de cierres y destrucción de empleo. A falta de un análisis en profundidad y según puso de manifiesto ayer en Avilés Javier Martínez Fernández, vicepresidente de Restauración de Otea, la patronal turística asturiana, “afortunadamente, los daños han sido menores de lo previsto, algo en lo que han tenido que ver la encomiable resistencia de los profesionales, las ayudas financieras y las subvenciones que dispuso la Administración, el paulatino levantamiento de las restricciones y la naturalidad con la que la clientela ha vuelto a los hábitos precovid”. A todo eso se añade un verano pletórico en lo turístico y la proverbial capacidad de lucha de los hosteleros “un colectivo que solo da pasos atrás para coger carrera”, enfatizó el directivo de Otea, uno de los asistentes ayer a los actos desarrollados en el Centro Niemeyer con motivo del “Día de la hostelería”.
La “travesía del desierto” de los hosteleros duró 18 meses, incluyó periodos de cierre total (especialmente gravosos para el ocio nocturno) y restricciones de todo tipo, tanto de aforo como de utilización de espacios, horarios y limitación del uso de mesas. Da idea del impacto que tuvo en el sector la pandemia un dato que reveló ayer Marcos Grana, director en Asturias de la multinacional de distribución Makro, colaboradora en los actos del “Día de la hostelería”: “Nuestra facturación llegó a caer un 80%, pues formamos parte del mismo ecosistema que los bares y restaurantes. Actualmente ya estamos en niveles precovid, señal de que la hostelería vuelve a ‘tirar’”.
Javier Martínez Fernández quiso mirar hacia adelante en un día de celebración como el de ayer y si bien reseñó que el nuevo periodo comienza para muchos hosteleros “con la hipoteca de tener que devolver los créditos ICO”, no dejó de mostrarse esperanzado con recuperar plenamente “los hábitos y el régimen de funcionamiento después de Navidad”. Y es que, según comentó, “hay rutinas de antaño de la clientela que han cambiado, como el hecho de que ahora se anticipan más los horarios de restauración y se usan más las terrazas; pero al margen de estas cuestiones, la gran noticia es que la gente a vuelto a los bares con naturalidad y sin temor, señal de hasta qué punto nuestro sector es vertebrador de la economía y de la sociedad”.
Con la vista puesta a futuro y con el ánimo de restañar las heridas que dejó el covid, decenas de profesionales del sector se juntaron en Avilés convocados por Otea y el Principado para un doble objetivo: nombrar a los 32 profesionales de la cocina y la restauración que ejercerán desde ahora como embajadores de la gastronomía asturiana –una lista que crecerá en años sucesivos– e inaugurar en la plaza del Niemeyer una escultura efímera (iniciativa de la firma Makro) que con el lema “Volvamos a comernos el mundo” trata de ser un estímulo para los hosteleros además de tener una finalidad solidaria, pues por cada hastag registrado en Instagram (#DiadelaHosteleria) se donará un plato de comida valorado en 3 euros a World Central Kitchen, la organización benéfica del chef asturiano José Andrés.
La Viceconsejera de Turismo del Principado, Graciela Blanco, explicó que “el nombramiento de los embajadores es el reconocimiento al trabajo por demostrar dentro y fuera de las fronteras del Principado el valor de la gastronomía asturiana y los productos locales de calidad como impulsores del turismo”. Y precisamente por los datos del turismo de este verano se felicitó Blanco: “El rigor del Gobierno y la responsabilidad del sector han logrado consolidar la tendencia que ya se venía manifestando en años pasados de crecimiento de Asturias como destino de vacaciones no masificado, seguro y atractivo. No es un fenómeno pasajero, la tendencia es imparable y trabajaremos en colaboración con el sector para seguir creciendo”.