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Un “chaval normal”: así era el "héroe del monopatín", según su familia

“Lo que hizo mi hijo está al alcance de cualquiera”, asegura el padre de Ignacio Echeverría, asesinado en Londres mientras hacía frente con su tabla de skate a terroristas yihadistas

Ana Miralles y Joaquín Echeverría, ayer, en Avilés. María Fuentes

“Hizo algo especial que le costó la vida, pero mi hijo no es un héroe sino un chaval normal con virtudes y defectos que conseguía lo que se proponía con tesón y esfuerzo. Lo que hizo Ignacio está al alcance de cualquiera”. Así habla de su hijo –por momentos en presente– el padre de Ignacio Echeverría Miralles de Imperial, asesinado por la espalda a cuchilladas el 3 de junio de 2017 en el Puente de Londres mientras se enfrentaba a terroristas yihadistas armados y usando como improvisado escudo la tabla de skate de la que nunca se separaba. El valiente comportamiento de Ignacio Echeverría le hizo ser conocido como el “héroe del monopatín” y su gesto le convirtió en un héroe planetario, un símbolo inspirador de virtudes en crisis: la disposición y generosidad para ayudar a los demás.

El padre de la víctima, Joaquín Echeverría, y la madre, Ana Miralles de Imperial, visitaron ayer Avilés con motivo de la presentación en la ciudad del libro “Así era mi hijo Ignacio” en un acto que organizó la Sociedad Económica de Amigos del País de Avilés y Comarca. Un libro, por cierto, del que ya se han publicado más de 5.000 ejemplares y cuyos beneficios se destinan a causas benéficas.

¿Y cómo era Ignacio? Pues tan “normal”, según el relato de su padre como para haber ocultado en su casa que según un test psicotécnico realizado en el colegio “no valía para estudiar” –su calvario eran las asignaturas de Ciencias– y aún así sacó la carrera de Derecho y llegó a dominar cuatro idiomas. Tan “normal” como para haber perdido tres veces el empleo –uno de ellos por exceso de celo profesional– y conseguido otros tantos. Tan “normal” como para seguir moviéndose a todas partes en monopatín a sus casi 40 años. La ocupación laboral de Ignacio Echeverría que le tenía viviendo en Londres cuando se vio involucrado en el atentado de London Bridge era hacer de soporte legal a un departamento creado por el banco suizo HSBC para perseguir el fraude.

“Me emociono cuando hablo de mi hijo, pero ya no tengo pena. Ver que su muerte ha sido útil y contribuir a mantener viva esa llama inspiradora es reconfortante”, afirma Joaquín Echeverría con las lágrimas aflorando en los ojos. La madre de Ignacio, presente en la conversación con LA NUEVA ESPAÑA, llora abiertamente llegados a este punto. “Estábamos muy unidos pese a la distancia, especialmente Ignacio y su madre; hablaban a diario y él le contaba con todo lujo de detalles cómo le iba la vida”, reseña el padre.

Los padres de Ignacio Echeverría asumen que la gente ha convertido a su hijo en un símbolo de heroicidad –los homenajes y reconocimientos se multiplican y ya han pasado casi cuatro años de su pérdida– y no reniegan de ello, pero tienen el empeño de poner “a la persona por delante del mito”. Y eso porque, según Joaquín Echeverría, “el legado más importante de Ignacio es que cualquiera puede ser un héroe en un momento dado, no hay que tener cualidades especiales”.

La visita ayer a Avilés de los Echeverría-Miralles de Imperial sirvió también para el reencuentro familiar con el tío de Ignacio Echeverría que vive en Avilés y con cuyos hijos –primos suyos– solía ser visto el “héroe del monopatín” en la ciudad y en Salinas, donde se le erigió un monolito a modo de homenaje al que skaters y surfistas suelen ir a depositar flores. Joaquín Echeverría se declara “asturiano nacido en Córdoba”, pues allí le tuvieron sus padres, de origen ovetense, antes de volver a la región e instalarse en Cangas de Onís. Ya casado con Ana Miralles de Imperial, la vida de la familia transcurrió mayormente en El Ferrol, donde nació Ignacio, pero el vínculo con Asturias siempre se mantuvo fuerte.

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