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La oposición pide "tomar las riendas" del Carnaval de verano de Luanco

Luces y sombras de una fiesta "de generación espontánea": preocupa el botellón y se añoran los orígenes

Un grupo disfrazado el pasado domingo en Luanco. | M. Villamuza

La percepción de los luanquinos es que su carnaval de verano se rompe en dos: de un lado, la fiesta de disfraces propiamente dicha, la que dio origen a la celebración; y enfrente, el auge imparable del botellón, que constituye desde hace un lustro –con el paréntesis de la pandemia– el gran quebradero de cabeza de las autoridades. Y la imagen más evidente de esta ruptura es que los miles de adolescentes y jóvenes que van a Luanco a divertirse durante la noche y la madrugada del 14 al 15 de agosto acuden sin disfraz. El botellón arrincona al carnaval, convertido en una mera excusa para reunirse en espacios públicos y beber alcohol, en algunos casos con desenfreno y en otros burlando la ley que prohíbe consumirlo en espacios públicos al aire libre o por debajo de la edad legal (18 años).

"El Carnaval de verano de Luanco no es lo que sale en los medios de comunicación: riadas de chavales entregados al botellón, la playa llena de restos y autobuses descargando a cientos de personas que ni siquiera viene disfrazada y a la que ‘tiran’ en Luanco sin darles ninguna oferta de ocio concreta", lamenta el concejal de IU César Fidalgo. Para el edil, "el Carnaval de verano de Luanco son familias disfrazadas, grupos de amigos pasando una noche divertida, el desfile de antroxos, simpatía y buen rollo en las calles". O sea, algo más parecido a los orígenes –una fiesta estival de disfraces en la extinta discoteca "Valparaíso"– que la imagen tipo "turismo de borrachera" habitualmente asociada a localidades como Magaluf o Lloret de Mar.

Fidalgo, como el concejal del PP Ramón Artime, cree llegada la hora de "tomarse en serio" la "deriva destructiva" que lleva el carnaval luanquín de verano. Artime asume que "el botellón es inevitable" y por eso es favorable a "controlarlo", aún consciente de que "la responsabilidad empieza por los padres y no es exclusivamente municipal". Fidalgo reprocha al Alcalde, el socialista Jorge Suárez, que se escude en "decir que el Ayuntamiento no organiza el carnaval" para "lavarse las manos". Y lanza un órdago: "Pues igual es el momento de que Festejos tome la riendas de la fiesta y potencie el carnaval –su esencia, el desfile nocturno que se ha perdido y cuantas novedades pudieran idearse para mejorarlo–; lo insostenible es dejarlo desarrollarse espontáneamente".

El concejal de IU relativiza, por otra parte, el número de cuadros etílicos atendidos la madrugada del pasado lunes: "Se ha informado de que fueron 18. ¿Y cuántos hubo la noche del Carmen? ¿Alguien los contó?" Con esto, lo que quiere decir el edil es que más allá de criminalizar el botellón "lo que debería hacerse es montar una buena oferta de ocio carnavalero aprovechando el tirón popular que tiene la fiesta".

Ramón Menéndez Artime, el ex presidente del colectivo de hosteleros de Luanco –la asociación está ahora descabezada–, también tiene claro que "algo hay que hacer". Y da ideas: "Sobre todo, planificar con antelación, contando con la hostelería y llegando a consensos. No es de recibo lo de este año, en el que se notó especialmente la improvisación y el hacerlo todo a última hora".

Menéndez Artime defiende que una forma de acotar el impacto del botellón –habida cuenta de que impedirlo es "una batalla perdida"– sería "reservar un espacio para su realización, contratar un dj que ponga música y dotar ese área de todos los servicios básicos, empezando por los sanitarios y seguridad privada". A su juicio, "esto disuadiría de invadir otros lugares como la playa o el cabildo de la iglesia, que al existir un área expresamente reservada para el botellón también podrían ser vetados para esa finalidad". Este plan no es muy diferente al desarrollado exitosamente en el Xiringüelu de Pravia cuando la presión del botellón comprometió hace un lustro la esencia de la propia romería, la que se desarrolla en la zona de casetas de peñas y familias.

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