"Como en Fuenteovejuna": así se apagó el incendio de La Plata en Castrillón

El ejemplar trabajo colaborativo de vecinos, bomberos, guardias civiles y personal municipal logra apagar un incendio antes de que cogiera virulencia en zona boscosa

Francisco L. Jiménez / Inés Montes

De haber ocurrido hace 70 años el incendio forestal que afectó el viernes a la parroquia castrillonense de San Miguel de Quiloño, el vecindario habría sido avisado con toque a rebato de campanas. Pero las nuevas tecnologías mandan y a falta de tañidos lo que hubo fueron muchas llamadas de teléfono. La primera, realizada por la dirigente vecinal Montse Rodríguez, al 112, que de inmediato movilizó a los bomberos del parque de Avilés y puso sobre aviso a la Guardia Civil de Castrillón. Seguidamente, una llamada de este diario alertó al concejal de Obras de Castrillón, Iván López, de que había fuego en su concejo. El siguiente timbrazo despertó de la siesta que estaba echando a Alejandro Saiz, encargado de la empresa de limpieza de Castrillón: "Hay fuego en La Plata; necesitamos la cuba de riego de 12.000 litros para proporcionar agua a los bomberos. ¿Podéis llevarla?", le dijo el concejal. "En media hora estamos allí", respondió el operario.

No tocaron las campanas a rebato en Castrillón, pero la respuesta civil ante la alarma de fuego fue la misma que se producía en los pueblos asturianos cuando antaño quemaba el monte y nadie esperaba ni por helicópteros ni por bomberos: todas a una, a apagar las llamas como se pueda, ya fuese con mangueras, calderos, fesorias o palas.

El fuego que activó la alarma en Castrillón en plena oleada de incendios en Asturias comenzó al lado  del camino que lleva desde la carretera de La Plata (Avilés-Piedras Blancas) a Ferralgo; demasiado lejos de la vía pública, según la observación vecinal, "como para ser accidental". Pero las causas del fuego no se preguntan cuando lo que urge es apagarlo; a lo sumo se investigan a posteriori.

O sea que los vecinos empezaron a llegar al lugar –unos avisados por teléfono, otros porque habían visto el humo– y se pusieron a disposición de los bomberos. Los guardias civiles se arremangaron y arrimaron el hombro como los demás jalando mangueras para acercarlas a la lengua de fuego. Hubo momentos en que este "fuenteovejuna" que se montó en La Plata contra el enemigo común del fuego reunió en pocos metros, trabajando codo con codo, a los uniformados de la Benemérita y Bomberos y a la fuerza civil de la zona en camiseta. "Fue una escena emocionante ver, en medio de la tensión por el avance del fuego, cómo la unión de las personas hace la fuerza", destacó el vecindario cuando las llamas se apagaron.

El concejal Iván López (PSOE), al que acompañó la también edil Montserrat Ruiz (IU), permaneció en el lugar varias horas para coordinar la ayuda municipal, que fue crucial: por un lado, la aportación de la ya citada cuba de 12.000 litros de agua; por otro, la llamada que hizo a un empleado de la empresa del agua, Aqualia, para que hiciera posible mediante el uso de un empalme apropiado que los bomberos llenasen sus autobombas en el cercano depósito de La Plata, mucho más cercano al lugar del fuego que la toma existente en Salinas. Y es que cuando algo arde, cada minuto cuenta.

El incendio de La Plata quedó controlado la noche del viernes y algunos vecinos montaron guardia de noche para vigilar los rescoldos. Fue poca la superficie quemada, pero grande las lecciones aprendidas: es importante intervenir rápido para evitar que las llamas se hagan fuertes en la masa forestal y es determinante el trabajo colaborativo. Porque, como decía el viejo eslogan de Icona, "cuando el monte se quema, algo tuyo se quema".

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