Entrevista | Javier García Financiero, fundador y director de inversiones de Asturias Growth

Javier García, experto en finanzas: "Solo los empresarios que pongan a las personas en el centro saldrán adelante"

"Las empresas no son una vaca lechera a la que se puede catar sin descanso, necesitan generar beneficios para invertir, crear empleo y crecer"

Javier García.

Javier García. / RICARDO SOLIS

Francisco L. Jiménez

Francisco L. Jiménez

Javier García (Avilés, 1977) es licenciado en Economía por la Universidad de Oviedo con doctorado en Economía Aplicada, fue socio fundador de Sensum Finanzas, empresa de estrategia financiera, y también (además de editor) de sintetia.com, considerado uno de los mejores portales de finanzas y management de habla hispana. Ha publicado "Nunca te fíes de un economista que no dude", "La burbuja emprendedora", "Un nuevo management", "Management humanista" y ahora lanza "Desde la trinchera" (Orpheus Ediciones), un atípico manual sobre gestión empresarial que invita más que nada a reflexionar.

–En el libro defiende la necesidad de un cambio de paradigma en el modelo de gestión empresarial, implantar lo que llama "management humanista". Defínalo y explique por qué se han de archivar visiones más convencionales del management.

–El management humanista es algo así como el nuevo Renacimiento –que fue la mecha de la explosión del mayor progreso humano en miles de años– que estamos viviendo en las empresas. La forma en la que se están gestionando las empresas está cambiando radicalmente, tras un proceso muy largo de agotamiento. En este Renacimiento, lo que da sentido a las empresas y organizaciones es desplegar sus propósitos poniendo a las personas en el centro. El management como disciplina permitió muchas cosas, entre ellas tener alimentos en las estanterías de los supermercados y la fabricación en masa. A Henry Ford se le asigna una frase demoledora que explica esa época: "¿Por qué cuando pido dos manos me vienen con un cerebro incluido?" Esto lo mató la complejidad. Según el MIT, un ciudadano de 1800 tenía acceso, de media, a unas 100 referencias de productos diferentes. Hoy ese ciudadano, en una gran ciudad, podría acceder a 10.000 millones de referencias. Ahora vender algo nuevo es muy complejo, hacerse un hueco es costoso, investigar requiere más y más recursos. Y qué decir de la tecnología, la explosión de la Inteligencia Artificial está permitiendo sustituir a la mente humana en muchas tareas que se hacen automáticas. Pero esto no será realmente diferencial sin un management humanista. Lo más poderoso, renovable y diferencial en el mundo sigue siendo y lo será aún más la mente humana. Por primera vez en la historia tenemos tecnología que va a mejorar la productividad de nuestro cerebro de forma radical. Pero nada hay más complejo que el ser humano. Esa complejidad es un mecanismo muy sofisticado para algo que las máquinas no podrán lograr (o no al mismo nivel), esto es, trabajar ante contextos inobservables: interacciones entre equipos, sentimientos, cruzada de ojos, confianza, lealtad, irracionalidad, usar el poso de la experiencia para crear nuevas soluciones a problemas nuevos… Y cuanta más sofisticación y complejidad en los problemas a resolver, más difícil hacer funcionar juntas a las capacidades humanas. Esto es y será lo más valioso y diferencial en las empresas, y sólo las que pongan a las personas en el centro lo lograrán. El que no lo haga, tarde o temprano, no podrá sobrevivir en el mercado.

–Riesgo e incertidumbre son intrínsecos a la empresa desde su génesis y de un tiempo a esta parte parecen haberse extremado, lo que no deja de ser una paradoja en plena era de la información. ¿Comparte la percepción de que ha aumentado el grado de duda en la toma de decisiones?

–Piense que, si tira una moneda al aire, y no está trucada, puede saber la probabilidad de sacar cara o cruz. Esto permite, al menos, poner números a las posibilidades. A esto lo definimos como riesgo. Pero, en cambio, hay muchas, demasiadas, situaciones que no sabemos qué puede pasar (¿prever una guerra, una pandemia, una subida generalizada de los precios energéticos?). Cuando no sabemos qué va a pasar estamos ante la incertidumbre. Y esta nos paraliza. Cada día es más difícil decidir, porque precisamente hay una terrible exposición a información y alternativas de millones de agentes que interactúan diariamente y el puzle se puede romper... Eso exige tener mentes muy entrenadas en asumir esa fragilidad. Aprender de forma incansable. Una mente rígida no puede sobrevivir ahí fuera. Y esto está rompiendo las reglas en las empresas, en las familias y, en general, en cualquier cosa que dependa del futuro... Gestionar el riesgo es una habilidad crítica como personas y como empresas. Y a gestionar el riesgo nadie nos ha enseñado… Ya no basta tener un plan B, hay que ser un GPS andante: a información nueva, decisiones nuevas. Por eso los rígidos y narcisistas que creen llevar siempre razón lo van a pasar francamente mal.

–¿Y cómo se debe preparar una empresa para gestionar los riesgos y la incertidumbre?

–Lo primero y fundamental es pensar en los "qué pasaría sí", y entrenarte en ellos. Sólo así empezarás a analizar más opciones. Tu mente se vuelve más flexible, más permeable a nuevas ideas, y tu capacidad para tolerar la frustración mejora. Que no salgan las cosas bien es una de las opciones. Y eso es determinante. Si tienes dos opciones, elige siempre la más flexible, la que te permita volver atrás si te equivocas. Y, por favor, no caigamos en el error de creer que una opción (que siempre vaya bien, sea bonito y perfecto) es el todo. Siempre hay una probabilidad de que las cosas puedan salir mal.

–¿Cómo afecta a la acción empresarial el cortoplacismo, tan propio de nuestros tiempos?

–El que piensa tan sólo en el corto plazo puede caer en errores críticos. Es como conducir sólo por el retrovisor. Cuando llegue la primera curva, te la pegas. Necesitas poner luces largas. Las empresas son más que una maximización financiera de beneficios un día concreto. Esto era un mantra de los 80 y se demostró que era una de las ideas más estúpidas del mundo (así se bautizó) porque dejaba a las empresas secas de ideas, de dinero, gestionadas por profesionales cuyo único incentivo era el bonus y no crear una empresa a largo plazo sólida.

–¿A esto se va a dedicar en su nuevo proyecto de comunicación con el periodista JuanRamón Lucas?

–Juan Ramón Lucas y yo somos amigos, ahora socios, y hemos trasladado su empresa desde Madrid a Asturias. Él dará los detalles muy pronto, porque es un proyecto muy ambicioso con socios con una experiencia muy dilatada. Sí le puedo decir que nuestra propuesta al mundo, desde Asturias, es algo que va en mi ADN, y por eso este proyecto lo he hecho mío. Anunciaremos proyectos muy singulares para empresas que son una referencia incuestionable en España. Y nos centraremos en acercarlas a la sociedad con una propuesta de comunicación muy diferencial. Explicaremos cómo crean empleo, riqueza y cuál es su papel en la sociedad a través de sus valores. Porque la comunicación es el instrumento más estratégico, si es auténtica y diferencial, para convertir a las marcas en algo más que un logo: empresas con valores férreos donde trabajan personas que venden a personas.

–Resalta la necesidad de desarrollar el capital social. Esto dicho en una región exportadora de talento, ¿qué dice de nosotros?

–Imagine que hay dos regiones exactamente iguales en población, en formación, con carreteras, hospitales o cualquier otro bien físico. Está muy documentado en la literatura académica que aquella región más abierta al conocimiento (absorber ideas), con más capacidad de colaborar empresarial y socialmente (colaboración entre empresas grandes y pequeñas, con centros de conocimiento, implicadas con la sociedad), tiene una diferencia abismal para generar riqueza y bienestar. A eso se le llama capital social. Las regiones pequeñas, como Asturias, que no tengan un sólido capital social están abocadas a problemas serios de creación de riqueza. Por eso es tan importante.

–Hoy es domingo de elecciones, ¿ha escuchado a algún candidato alguna idea capaz de mejorar la economía española?

–Me asombra, me preocupa y estoy consternado de por qué no hay nadie pensando y trabajando para que nuestras empresas sean más grandes, más globales, más sostenibles. Nadie se preocupa de la mano que nos da de comer. No somos conscientes que, en la actualidad, cada hora que trabaja una persona en Alemania, genera 17 €euros más de valor añadido que nosotros. Estamos estancados, y la única forma de repartir riqueza es creándola, y eso se consigue con empresas sólidas, que crecen, invierten en tecnología, innovación, venden globalmente y crean empleo de calidad y son productivas. ¿Dónde está esto en los debates?

–Yo sí que he escuchado a la candidata de Sumar prometer subidas salariales generalizadas, jornadas laborales más cortas y la "herencia universal" de 20.000 euros a costa de un mayor gravamen fiscal a las empresas. ¿Qué le parece el pack?

–Creo que respondí antes... En este país las empresas parece que son la vaca lechera a la que se puede catar sin descanso. Si necesitamos dinero: a las empresas. Pero no sabemos que las empresas necesitan generar beneficios para invertir, crear empleo, crecer y mantener sus negocios.

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