El "saltín" viral del Rey a su llegada a Avilés para comer en una sidrería
Don Felipe bajó del coche y de camino a la puerta del restaurante se dio cuenta que estaba en medio de una calle con tráfico: su reacción fue iniciar el habitual "minisprint" para aligerar el paso
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La estancia de dos horas del Rey Felipe VI en Avilés para comer este jueves en la popular sidrería Casa Lin dejó dos instantes virales que no pasaron desapercibidos para las personas que observaron la llegada y la marcha del monarca e inmortalizaron ambas con sus teléfonos móviles. En ambos casos los hechos ocurrieron en la calle (la avenida Los Telares) y por dos veces el Rey, técnicamente, infringió las normas de tráfico, que incumben tanto a automovilistas como a peatones.
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La primera escena se produjo a la llegada de don Felipe. Vino en coche desde Oviedo, donde había presidido el centenario de la empresa asturiana de transportes Alsa, y el vehículo aparcó en un espacio previamente reservado al otro lado de la calle donde se ubica la sidrería elegida para comer. El Rey, en el fondo un ciudadano más, hizo lo que haría una mayoría de personas: tirar de frente en busca de la puerta del local.
Al darse cuenta de que estaba cruzando por una calle con tráfico sin usar un paso habilitado para peatones tuvo el gesto instintivo de echar un sprint, pero la cosa se quedo en un "saltín" a la altura de la línea discontinua que separa los dos carriles de circulación de la calle. Posiblemente por su entrenamiento protocolario parecio advertir que era improcedente que un rey se pusiera a correr en medio de una calle y delante de testigos y se frenó en seco adoptando instantáneamente un pose más regio en el andar. Ya en la acera, dio la mano a dos personas que miraban atónitos la inesperada aparición del Rey en persona y entró en el establecimiento.
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La otra escena se produjo al abandonar la sidrería, con mucha más gente expectante y deseosa de saludar al Jefe del Estado. Esta vez don Felipe sí se encaminó al paso de peatones existente enfrente del restaurante y aguardó a que se pusiera en verde la luz. Pasó un autobús y varios coches y tras unos segundos de espera se produjo la consabida debilidad del peatón: miró a la derecha y a la izquierda y al ver que no venían vehículos cruzó la calzada... con el semáforo de los peatones en rojo. Como telón de fondo se oyeron los aplausos y vítores de la gente y es obligado decir que la seguridad real nunca estuvo comprometida por ausencia de tráfico.
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