Santarúa, el escultor y pintor de la "inagotable curiosidad"

Favila, que fue su alumno: "Era un hombre del Renacimiento, fue mi primer maestro, estoy disgustado con su pérdida"

Vicente Santarúa, en su estudio. | A. F.

Vicente Santarúa, en su estudio. | A. F. / I. G.

I. G.

Vicente Santarúa, candasín asentado en Avilés, fue un artista con mayúsculas. El creador, fallecido el lunes a los 87 años, cultivó y cuidó su pericia artística hasta el final de sus días. Durante su vida compaginó sus dotes para la escultura y la pintura con su bonhomía y años y años de docencia. Su entorno más cercano destaca de Santarúa su "inagotable curiosidad" por todo lo que tuviera relación con el arte: los cambios de color de las pinturas en función de la luz u otras variables. "Quería saberlo todo y probarlo todo, era inquieto en extremo", resaltan.

Esa inquietud le llevó a ser un referente, más allá de ser un "dibujante excelente y un escultor fuera de serie", como apunta su discípulo el pintor Amado Hevia, Favila. "Estoy disgustado con su pérdida. Fue mi primer maestro, en Artes y Oficios y en una academia privada que tuvo varios años", confiesa. "Nos preparó a mí y a otros pintores de mi generación, como Pachín o Sarelo, para ingresar en la Escuela de Bellas Artes de Valencia, donde él mismo había estudiado. Sus consejos, la preparación que recibimos y los conocidos que conservaba, y a los que avisó de nuestro ingreso, nos hicieron la vida más fácil a nuestra llegada a Valencia", detalla Favila. "Vicente, como escultor, pocos vi de su talla y su categoría, pero además de ser excepcional, sus obras tienen alma, está en ese selecto grupo de artistas capaz de lograr que una estatua transmita emociones, que parezca viva", detalla Favila, quien tuvo siempre a Santarúa como "un hombre del Renacimiento" por su versatilidad artística: "Cuando nadie sabía aquí lo que era eso, ya estaba experimentado con la holografía o investigando posibles aplicaciones artísticas de los rayos láser; de hecho tuvo una idea, quizás irrealizable en aquella época por la complejidad técnica, de usar un faro para emitir rayos láser que generasen formas. También tenía pasión por la arquitectura y algunas de sus antiguas ideas, entonces visionarias, acabaron plasmándose en proyectos de arquitectura moderna".

Esa idea de que las obras de Santarúa tienen vida es compartida por Juan Manuel Cuervo Fonfría, presidente de la asociación Amigos del Museo de Anclas, espacio en Salinas donde el artista recientemente fallecido dejó su impronta con la escultura de Philippe Cousteau en La Peñona de Salinas "que llegó a arrancar unas lágrimas de emoción al padre de Philippe, el comandante Jacques Cousteau".

César Menéndez, director de la Escuela Superior de Arte del Principado de Asturias (ESAPA), recordó que Santarúa asistió el pasado día 9 a Candás a la inauguración de un mural recuperado en el parque Maestro Antuña. "Nos deja un artista que llenó ciudades con sus obras de homenaje a personas emblemáticas, una de ellas (la de Carreño Miranda) frente a la sede de los estudios de grado en Diseño en la plaza de Camposagrado". Esa obra, precisamente, está inacabada, según el diseño original del maestro candasín, le faltaría un pupilo del pintor barroco avilesino, que estaría situado detrás, viéndole mezclar las pinturas.

Luis Rodríguez, presidente de la Escuela de Artes y Oficios, tildó al maestro fallecido "de gran persona y gran artista". "Le conocí en 1948 en el colegio San Fernando, él era algo mayor que yo, siempre fue un hombre bondadoso y años después fue profesor en Artes y Oficios", detalló Rodríguez, que no quiso olvidarse de uno de los deseos de Santarúa: "Estaba obsesionado con que hubiera un museo con sus obras, con sus bocetos y sus moldes, nos lo planteó hacer en Artes y Oficios, pero no podemos, sería una gran propuesta para guardar y visitar sus creaciones".

"Es una gran pérdida de un maestro de maestros que dejó su impronta en diversos espacios de Asturias con una obra reconocible y reconocida que ha servido para escribir páginas de la Cultura de Asturias", expresó Yolanda Alonso, concejala de Cultura de Avilés, que el pasado mes de diciembre tuvo la oportunidad de compartir horas con Vicente Santarúa en su estudio. "Fui con sus hijos, Sonia y Samuel, y fue una visita muy grata. Él estaba trabajando en su estudio, ilusionado, me habló de un par de proyectos que podíamos desarrollar", apuntó la edil de Cultura, que durante su conversación con el artista ahora fallecido a sus 87 años "tenía un carácter muy vitalista". "Podríamos decir que se nos fue con el pincel en la mano, es una triste noticia y tanto su figura como artista como su persona merece un recuerdo de todos", apuntó la concejala de Cultura, que se sumó al duelo de una ciudad por un "hombre irrepetible" que se movía con soltura en diferentes modalidades artísticas, "un hombre del Renacimiento", apunta Favila, con un don especial para la escultura, para la de Carreño Miranda en Avilés, la de Manolo Preciado en Gijón y las de Juan Pablo II y Woody Allen, en Oviedo, entre otras, que "parecen tener vida".

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