El sábado pasado, en la puerta del Complejo Deportivo de Avilés, gentes sin entrada bailaban a "Estopa". Veían a José y David pequeños en la distancia y, aún así, chiquillas y chiquillos escuchaban y se movían como se mueven algunos patos en verano, camino al agua. Eso no era lo importante: estaban contentos porque, al igual que los tres mil espectadores de dentro, sabían que la música del dúo de Cornellá ya es suya. Ha dejado de pertenecer a los hermanos Muñoz: ahora es de todos. Y ponérsela encima siempre te hace sentir como si estuvieses de estreno. Este fenómeno tan bonito se llama "canción popular" y hace que maravillas como "Gafas de rosa", "El del medio de los Chichos" o "Como Camarón" sobrepasen su ritmo y su letra y su ejecución y creen una comunidad de personas bailando, sintiéndose juntas. Ir al baño en un concierto de "Estopa" siempre es una aventura: hay porros, que la seguridad del recinto gestiona ("apagalu, ho, vete fuera y luego entras"), hay colas ("Los fans de 'Estopa' meáis mucho, ¿no?", le digo a uno; "claro, bebemos mucha birra") y hay esa urgencia del que quiere volver pronto a la pista porque está sonando "Pastillas para dormir".
"Llegan mis cosas esenciales / Son estribillos de estribillos", dejó escrito Lorca. Las canciones de David y José son ya estribillos de estribillos: los avilesinos las corean de memoria, sin saltarse estrofas. Y saltan y botan hasta que José arranca, durante uno de los momentos más emocionantes del recital, "Ya no me acuerdo" con una intensidad apabullante. Solo dura un tema: la potencia de "Estopa" vive de esas armonías a dos voces de Everly Brothers rumberos. Ese talento; ese animal escénico que se llama David Muñoz y que suda (y canta) cada balón; esas letras suburbiales y obreras; esa rapidez al estilo de "Los Ramones" completan la ecuación del mecano del grupo. Importa mucho la banda pero cuando la sueltan y se ponen acústicos también funciona y ahí se descubre al público asturiano, con un deficiente sentido del ritmo (muy asturiano), dando palmas.
Me uno, nos unimos, creo que terminan entre aplausos y vuelvo a pensar en la canción popular, en "Estopa" y en Atahualpa Yupanqui y su "Destino del canto": "Sí, la tierra señala a sus elegidos / Y al llegar el final, tendrán su premio, nadie los nombrará, / Serán lo "anónimo", / Pero ninguna tumba guardará su canto". Entonces se encienden las luces, David y José se van: nos dejan solos con nuestras individualidades y con sus, nuestras, canciones.