Síguenos en redes sociales:

La rucha

De turismo ¿rural?

Gracias por todo, amigo. Ya de vuelta, instalados en la rutina que nos devora. Pero gracias por esos días tan bien aprovechados junto a vosotros. Aún saboreamos el delicioso pote de castañas que comimos en aquel acogedor restaurante, gloria pura y atención exquisita. Anda que no os cuidáis bien los asturianos con esos productos de primera categoría.

El paisaje nos ha impresionado: mar y montaña, cielo, aire, todo al alcance y en unos pocos kilómetros. Vuestro terruño podría ser una mina de oro, cada rincón posee tantos reclamos, tanta fuerza cada monumento, tan admirables vistas por doquier...; cada concejo tanta belleza y atractivos. Es una pena que la juventud, tal como nos decías, huya del campo porque el campo, riqueza en bruto, nada les ofrece.

Comentábamos al regreso María y yo que jamás creímos pisar avellanas como quien pisa guijarros; nunca imaginamos que toneladas de bellotas pudrieran en el suelo, en las sebes montones de moras limpias como el rocío, prunos y ciruelas por multitud de caminos, cuando con todo eso en otros países fabrican las delicatesen, obras de arte gastronómicas que los distingue y renombra y que después importamos y pagamos como auténticos gilipollas.

Y otra cosa, sí: lo del turismo rural que hemos conocido he de confesarte que es, en parte, una buena tomadura de pelo. No sé por qué, pero percibimos dejadez y un trato poco amable. Las casas de turismo rural que habíamos recorrido en otras ocasiones eran muy distintas. No estaban en manos de cualquiera, sin oficio ni un mínimo de destreza y buena disposición; no se construían a partir de cualquier cuadra, de cualquier chamizo, y donde existe un boquete coloco una percha con forma de yugo, donde la humedad fluye coloco una alacena.

Una casa rural, a nuestro entender, debe disponer de unos mínimos servicios: prensa, productos para un desayuno (y mira tú si no gozáis de buen género), sábanas, toallas, una sonrisa tanto de mañana como de tarde; y de una máxima higiene, de un buen servicio de limpieza, al menos en el recibimiento y en la despedida. En fin, que a nuestra edad ya no estamos para albergues. Pero lo dicho. Que hemos pasado una semana inolvidable. Gracias siempre. Un fuerte abrazo de los cuatro.

Pulsa para ver más contenido para ti