Opinión | La Espinera

Sobre la auténtica amistad

Instantes de eternidad cuando la confianza y el afecto nos unen a otras personas

Con el paso del tiempo creo que es una necesidad prescindir de lo superfluo en todos los ámbitos. El tiempo es limitado y lo esencial es perdurar, conservar aquello que no solo nos hace sentirnos vivos, sino que nos ayuda a florecer, a cumplir con las expectativas de nuestro propio destino.

Compartir ese destino, esa esencia de nuestro propio ser, solo sucede en el regreso a la auténtica amistad, en la que las raíces de la confianza y el afecto se entrelazan para formar un vínculo indestructible. Pero eso solo puede suceder transitando por un viaje compartido, donde las amigas y amigos caminan juntos o separados por los senderos de la vida, enfrentando tormentas o disfrutando de días serenos, pero siempre desde la convicción de pertenencia a un mismo lugar, al que siempre regresaremos.

En ese camino es importante no dejarse cegar por lo resplandeciente, porque la auténtica amistad carece de pose y de boato, de fiestas o fuegos artificiales. Sencillamente puede consistir en tomar un café a media tarde y compartir nuestros proyectos o preocupaciones, sabiendo que esa persona que tenemos enfrente carece de máscara y que pudiera ser nuestro alter ego. Alguien que se alegra de nuestras dichas y se entristece en nuestras desgracias.

La auténtica amistad es también un faro en la oscuridad, que nos guía en las noches más oscuras. Es un ancla en las tormentas, manteniendo firme la conexión incluso cuando los vientos de la adversidad soplan con fuerza.

Y si la amistad no es nada de eso, si solo es fingimiento, conveniencia y egoísmo, mejor es, sin duda, soltar lastres, deslizarse en el aire, recorrer nuestros propios bosques y silencios, pues antes que nada debemos aprender a ser nuestras mejores amigas y amigos, ser nuestro propio hogar y cobijo. ¡Cuánto tiempo tardamos a veces en comprender que debemos cuidarnos y ser nuestros mejores aliadas y aliados!

Tú y yo lo sabemos, ¿verdad, Susana? Cuántas veces hemos hablado sobre esto. La auténtica amistad no se adquiere, no se cuestiona, no es el reflejo de un corazón domesticado y tampoco es disfrazarse de lo que no somos. Y es estar ahí –aun sin estarlo– y ha sido también poder hablar contigo esta mañana y saber que no somos perfectas: simplemente humanas. Y compartir recuerdos y saber que envejecemos y que simplemente seguimos siendo amigas compartiendo sombras y crepúsculos y viendo cómo todo se esfuma despacio mientras seguimos absorbiendo la belleza en los instantes.

Sí, Susana. Tú, sí eres auténtica.

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