Me gustaría poder transmitir a través de este medio de comunicación algo singular, el gran regalo que supuso y supone para los fieles católicos tener una iglesia en la ciudad que permanezca abierta ininterrumpidamente las 24 horas del día.

El próximo día 18 de mayo de 2008 se conmemora el primer aniversario de este singular acontecimiento. Este regalo se hizo realidad, aumentando cada día incesantemente el número de adoradores inscritos. Ciertamente es algo inefable.

Con tal motivo, se celebrará ne la iglesia de las Esclavas del Sagrado Corazón, situada en la calle Conde de Toreno, número 4, una eucaristía conmemorativa, presidida por el excelentísimo señor arzobispo de nuestra diócesis, don Carlos Osoro Sierra, el domingo día 18 de mayo, a las trece horas.

Actualmente es palpable la inexistencia de un clima de silencio y de oración.

La vida moderna está impregnada de ruidos y de agitación. La gente no se detiene. Las personas no se miran unas a otras. Nos ponemos delante de los televisores y ahí nos embobamos o nos sentamos individualmente delante del monitor de nuestro ordenador personal.

Cuando intentas hacer algo, una llamada de teléfono u otro imprevisto surge y todas estas situaciones y estas circunstancias van rompiendo la capacidad de escucha y de silencio interior.

Jamás como en estos tiempos que corren las personas, los creyentes, han necesitado de tantos espacios de sosiego y espacios de calma. En una palabra, necesitamos todos, tanto tú como yo, lugares que rezumen paz interior.

Yo, personalmente, he encontrado ese sitio. He encontrado ese espacio de silencio, de sosiego y de calma, el día que se instauró en la ciudad de Oviedo, en mi ciudad, la adoración eucarística perpetua.

Este gran regalo del que os hablo lo han descubierto muchas personas, en esta ciudad, que adoran en turnos ininterrumpidos, de día y noche, postrándose ante el Santísimo. En la capilla de las Esclavas del Sagrado Corazón nos postramos y damos culto a la eucaristía fuera de la misa. La reserva eucarística en el sagrario nos recuerda aquel pan que se convirtió en cuerpo de Cristo, es el memorial de su pasión y el memorial de la celebración eucarística. Incesantemente puedo y puedes permanecer ante el cuerpo del Señor. En esta eucaristía conservada en el Santísimo, Cristo se hace presente entre nosotros como «Emmanuel», «Dios con nosotros». Esta presencia eucarística permanece en el sagrario, conlleva una actitud de adoración y de acción de gracias. Es un deseo de comunión profunda con Cristo. Es el deseo de que Cristo esté siempre conmigo como Señor. «Maranathá», «ven Señor Jesús».

Siento como un imán, algo muy fuerte que me lleva a descansar delante del Señor, postrarme ante Él. No sólo en mis turnos de adoración; muchos ratos a la semana me llevan hacia esa capilla, donde se palpa paz. Allí tienes con quien hablar, quien te escuche. Es como estar disfrutando del Cielo en la Tierra.

Yo quiero dar muchas gracias a Dios, muchas gracias a nuestro Arzobispo por haber permitido la instauración de la adoración eucarística perpetua en nuestra ciudad y muchas gracias también al padre Justo por su gran labor en la propagación en nuestro país, lo mismo que en otros, de esta devoción e instauración de la adoración eucarística perpetua.

Menchu Santirso

Oviedo