Los Ayuntamientos de Somiedo y Onís se han puesto en contacto con Hunosa para analizar la viabilidad de sendos proyectos que permitirán llevar la calefacción a viviendas a partir de una única caldera alimentada con biomasa. Se trata de una especie de calefacción central municipal que suministrarían los propios ayuntamientos, como si del agua se tratase, y que cobrarían a los particulares en función del uso. De ser viables, estos proyectos podrían ser pronto una realidad.

La idea parece sencilla. Se trata de la instalación de una gran caldera de biomasa y una red de distribución del calor. En este caso, la hullera trabajaría como gestor energético de los ayuntamientos, una labor que ya realiza con la geotermia a partir del agua del pozo Barredo de Mieres en sus contratos con la Fundación Asturiana de la Energía, la Universidad de Oviedo para el edificio de investigación del campus de Mieres o el Principado para el nuevo hospital Álvarez Buylla. En el caso de la biomasa, Hunosa trabaja en colaboración con Urbaser, la división medioambiental del grupo ACS, ofreciendo servicios energéticos como la instalación de calderas de biomasa, la gestión y mantenimiento del servicio, y el suministro de la madera.

El proyecto que parece estar más adelantado es el de Onís, que se desarrollará en Benia. La iniciativa tiene un coste que rondará el millón de euros y permitirá a los vecinos ahorrar, como mínimo, un 15 por ciento de la factura del agua caliente y de la calefacción. El combustible, en este caso, procederá de la corta de árboles de los bosques públicos locales, que serán objeto de repoblaciones con arbolado autóctono. Y es que la iniciativa también cuenta con un objetivo de autoconsumo y no sólo del ahorro final que supondrá para los usuarios finales. Lo mismo ocurriría en Somiedo, ya que podría nutrirse de sus propios recursos madereros.

Eso sí, para el buen desarrollo del proyecto, éste debe contar con el compromiso de los propios vecinos que finalmente disfrutarán de esta calefacción central municipal. Esto supondría la supresión de otros medios de calefacción ya existentes, como las calderas de gasoil, entre otros. Estas iniciativas, aunque con sus claras diferencias, recuerdan en parte al sistema de vapor que se utiliza con éxito en la ciudad de Nueva York.