Música antes que nada, decía Maurice Chevalier en los años de la «Belle époque». Recuerdo a mi madre cantar aquel pasodoble de «Francisco alegre y olé» cuando eran tiempos difíciles los que se vivían: la paz empezaba nunca; las gentes se hacinaban sin tener un techo para todos; se desconocía la seguridad en el trabajo; la mina y el mar eran un luto diario; no se podía decir en voz alta esta boca es mía, y la falta de pan llamaba a muchas puertas. Pero la gente cantaba. A estas consideraciones llego tras haber visto y oído, días pasados, un festival de voces humanas, instrumentos, pianos, gaitas y tambores tocando y cantando música popular y clásica. Participantes entre los 4 años y casi rondando los 80. Casi. Todo un gozo para el alma. ¿Vuelve el ave fénix, con su lenguaje universal, a renacer de sus cenizas? No son tiempos tampoco fáciles los que nos toca vivir, pero la música tiene la paz y la palabra. ¡Feliz verano!