Candás, B. FERNÁNDEZ

El Ayuntamiento de Carreño podrá llevar a cabo la restauración de la caldera Turgan de los años 40 que proporcionó energía durante décadas a la fábrica de Conservas Ortiz. En los últimos días, los responsables de la empresa encargada de las obras del Museo de la Conserva, que se levanta sobre los restos de Ortiz, procedieron a retirar no sólo la caldera, sino también dos autoclaves que pertenecieron a la firma de origen vasco. Todo será restaurado.

Si bien en un principio se pensaba que tras la extracción de la caldera sería difícil efectuar su restauración, por los daños que pudiera sufrir durante su traslado, finalmente sí será posible, según adelantó el concejal de Cultura municipal, Paulino García. «Consideramos que la caldera Turgan es una pieza singular de la industria conservera candasina, pues este equipamiento era el motor de cada fábrica de la conserva, y la recuperaremos», señaló García. Las dudas iniciales respecto a la posibilidad de restaurar la caldera se debían a las complicaciones que entrañaba la extracción de la misma del suelo de la fábrica de Ortiz, al que estaba anclada. Para su sustracción se empleó una grúa pluma, tras cortar con radial los enganches al suelo.

Ahora, la caldera reposa en el almacén municipal de La Matiella. «El objetivo es que posteriormente, y una vez finalizadas las obras del museo, se reintegre la caldera en el mismo lugar que ocupa originalmente, para crear un espacio en el que el visitante pueda observar cómo era el funcionamiento de la fabricación de latas de conserva a mediados de siglo pasado», explicó el edil de Cultura.

La caldera de Ortiz fue fabricada por la Sociedad Anónima Balenciaga, de Zumaya, en Guipúzcoa, y daba energía a toda la fábrica. Es similar a la de los barcos de vapor de la época, aunque un poco más grande, y es, como las autoclaves encontradas al comienzo de las obras, de los años cuarenta, estando por tanto en funcionamiento durante más de tres décadas.