Siempre juegan tres
La afluencia de gente convierte el café en un reducto abigarrado cuando juegan Madrid y Barcelona. El local se parece a una especie de colmena, a la que afluyen las avispas a la espera de clavar sus aguijones a cualquiera que ose abrir la boca.
Durante los primeros minutos, la actitud del Real Madrid confunde al personal y un viejo madridista, socarrón y cascarrabias, apura su real copa y disfruta feliz por el sufrimiento culé. Hay quien opina que los blancos tal vez no aguanten ese ritmo y surge el asunto de la edad de algunos futbolistas.
De repente, un muchachote, que está acodado en una mesa, estalla de alegría y proclama a todo el mundo sus querencias: ¡goooool del Atletic! Enfrente, el viejo oculta a duras penas su sonrisa. Está acostumbrado, cuando juegan Madrid o Barcelona siempre juegan tres.
Lo que vino después, lo sabe todo el mundo. El Barça, plagado de figuras, se entrega al juego de toque, precisión, velocidad y espíritu de equipo. Los culés ganan el partido con bastante suficiencia.
Al final, la euforia nada contenida de algunos seguidores acalla toda intención malévola. Sin embargo, alguien pronuncia con guasa: ¡Benítez, saca el vademécum! Al viejo no le falta tiempo para exclamar lleno de rabia: "ríete, ríete? también se ríe la hiena y ¡come mierda!"
El café se queda en silencio; todos saben que no se juega con los sentimientos.
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