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Pravia, la inspiración de Yamaguchi

El río Aranguín y una libélula, entre los motivos naturales de las piezas que el escultor japonés expuso en la galería Marlborough

Tanadori Yamaguchi, trabajando en su taller de Agones. S. ARIAS

Tadanori Yamaguchi, el escultor japonés afincado en Pravia, acaba de aposentar el éxito que ha tenido su exposición "Dentro y fuera" en la prestigiosa galería Marlborough de Madrid, así como su colaboración con el modisto asturiano Marcos Luengo, en la última edición de la Madrid Fashion Week. Unas mieles que parecen no afectar a Yamaguchi, ya que a su llegada volvió a meterse en su taller de Agones para seguir creando con piedra, granito y mármol. Y es que en Pravia tiene parte de su inspiración: la naturaleza que le rodea le llevó a crear varias de las piezas esféricas que presentó en la capital, en las que muestra el río Aranguín, las carreteras del concejo o una libélula que entró en su espacio de creación.

"Me inspiro en la naturaleza, me gusta observar el entorno", afirma el artista, que llegó en 1998 a Asturias con una beca para estudiar en la Escuela de Arte de Oviedo. En la galería Marlborough presentó varias esculturas, de las que muchas tienen relación con Pravia. "Seguí las líneas del río Aranguín y las superpuse tallando en granito negro", detalla.

También las carreteras del concejo están talladas en una esfera en mármol blanco o las ramas de los centenarios castaños que rodean su taller. "Otra de las esculturas son los nervios de las alas de una libélula que encontré muerta en el taller, sólo soy un amplificador de mi realidad", explica el escultor, un artesano de la piedra, el mármol y el granito.

Y es que Yamaguchi ha presentado una colección que cuenta lo que ve, lo que tiene alrededor, pero también lo de dentro. El nacimiento de su hija le inspiró para crear piezas como células y, empleando la misma técnica de superposición, creó varias piezas esféricas con las líneas de las ondas de su voz y de un electrocardiograma que le realizaron, "mostrando las secciones del movimiento del corazón". Dos años ha estado trabajando en esta colección y su perfeccionismo queda patente. Antes de llevar su obra a Madrid, que es necesario mover con grúas por el peso, realizó una maqueta de la sala de exposiciones para acertar con las ubicaciones de cada pieza y repartir bien el peso.

Yamaguchi es un artesano. Podría utilizar técnicas digitales para crear toda su obra, pero talla, pule y da brillo con sus manos. "No se puede olvidar la parte artesanal en este trabajo; hay avances en tres dimensiones que están muy bien, pero es mejor que se compaginen", opina. Lo tecnológico es "más frío, pero el humano usa las manos", añade. Y allí, en su estudio de Agones, pasa los días creando e investigando para evolucionar en su arte.

De ese trabajo concienzudo de estudio surgió la colaboración con el diseñador moscón Marcos Luengo, para la creación del espacio en la pasarela que mostró la última colección del modisto. "Le gustó mi trabajo y quería hacer algo conmigo, y a mí me gusta su moda por la delicadeza que tiene y el uso de materiales de altísima calidad con mucha sencillez y sentimiento", señala el escultor japonés. Así fue como surgió la colaboración. Luengo le envió varias telas con las que trabajar en los diseños y Yamaguchi utilizó esa gama de colores para crear unos cuadros de técnica mixta que adornaron el paso de las modelos con los diseños de Luengo.

El artista nipón ya está totalmente inmerso en su nueva colección y el polvo de las tallas invade el taller de Agones, desde donde ha creado unas perfectas piezas esféricas que narran lo que tiene dentro y lo que ve afuera.

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