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Los "Ángeles del Infierno" vuelven a Noreña

El grupo gana el pleito contra el cierre de su sede de La Felguera por quejas vecinales "Tenemos que obedecer al juez", admite la Alcaldesa

Sede de los "Ángeles del Infierno", en La Felguera de Noreña. R. A. I.

Los "Ángeles del Infierno" podrán volver a Noreña. La Policía Local tuvo que quitar el precinto de sus instalaciones en la zona de La Felguera después de que el contencioso-administrativo fallara a su favor. El grupo motero había presentado un recurso frente a la orden de cierre decretada por el Ayuntamiento hace año y medio. Clausura que se produjo después de varias quejas vecinales, por ruidos, que acabaron derivando en una denuncia a la alcaldesa, Amparo Antuña. En ella se aducía a una supuesta prevaricación por no actuar para frenar las molestias a los vecinos y posibles irregularidades de la sede.

La demanda fue archivada y los "Ángeles del Infierno", que se vieron implicados en una trama de tráfico de drogas en 2016, tuvieron que cesar su actividad en el local de la Villa Condal tras las medidas adoptadas por el Consistorio. Sin embargo, la resolución de la que este periódico tuvo conocimiento en el día de ayer da vía libre a su regreso. Ahora, la vía administrativa para continuar con la batalla legal entre los moteros y el consistorio se ha agotado, y el Ayuntamiento asume que le toca aceptar la sentencia. "Tenemos que obedecer la orden del juez", subraya Antuña.

Los vecinos, por su parte, siguen molestos con cómo se ha gestionado este conflicto. Recuerdan que presentaron quejas reiteradas por ruidos, causados incluso por "conciertos en directo". Actuaciones que "la Alcaldesa nos aseguró se hacían sin permiso, mientras la Guardia Civil nos decía lo contrario", asegura Pedro García.

Tras la detención de algunos miembros de los "Ángeles del Infierno", en el marco de la "operación Triciclo" contra el tráfico de drogas, los vecinos acudieron a un abogado. "Pidió las licencias que respaldaban sus actividades y en la oficina técnica nos dijeron, que no nos podían dar nada porque no las había", relata García. La clausura llegó en junio de 2017, pero según los vecinos, la actividad no cesó. "Seguían haciendo cosas dentro y teniendo actividad". Finalmente se precintó el local.

Su batalla no cesó ahí. "En la orden de precinto se daba dos meses a la propiedad del local o a los propios "Ángeles del Infierno", para que retiraran de la fachada sus pintadas y logos". Extrañados porque la orden no acababa de cumplirse, los vecinos afectados sospecharon que existía una batalla judicial soterrada entre el Consistorio y la banda motera. El Ayuntamiento les negó por escrito que hubiera demanda alguna.

Pero ahora se conoce esta resolución judicial, que avala a la banda de moteros, que tiene luz verde a regresar.

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