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El mercado moscón, helado

Solo cinco vendedores de los 28 autorizados acudieron a la reapertura en el nuevo emplazamiento: "Al principio cuesta"

Cesáreo García, de Láneo (Salas), en su puesto ayer en Grado. S. ARIAS

No había quien reconociera ayer el mercado de Grado, habitual centro de bullicio. Distinto emplazamiento, medidas de seguridad sanitaria, sólo cinco puestos de los 28 autorizados y la llegada de clientes a cuentagotas. Así se reactivó ayer el mercado de la villa moscona, de origen medieval, tras dos meses de parón tras su cierre debido a la crisis del coronavirus. Eso sí, con muchas ganas de recuperar el esplendor de la cita mercadera: "Estamos con todas las garantías sanitarias pertinentes, animamos a que vengan a este mercado histórico de tradición secular", dice el panadero José Luis González Cañedo.

De momento, hubo poco. Sólo cinco puestos de los 28 autorizados por el Ayuntamiento del total de 124 habituales, con prioridad para los vendedores locales con producto agroalimentario. Allí estaba Candi Aparicio con sus verduras y hortalizas, ilusionada con recuperar su puesto en el mercado. Hay ganas de vender, en los dos últimos meses han tenido que tirar producción que les ha generado pérdidas: "Está algo parado porque entre el cambio de sitio y el bicho... todo influye, pero yo tengo ilusión y ya vino algo de gente de fuera", comenta. Ese fue el caso de Miguel Sánchez, de Pola de Siero: "Nos enteramos que abría y fuimos a la plaza, pero luego ya nos dijeron que lo habían trasladado al aparcamiento", señala.

Los vendedores achacaron la poca afluencia a la nueva ubicación que, según apuntó Cesáreo García, es desconocida aún por muchos. También creen que el acceso, con una cuesta, puede perjudicar a la hora de que lleguen los clientes. "A la gente mayor le va a costar bajar y subir", resume el vendedor, que estima que ha perdido 2.500 euros durante la pandemia. "La zona no está mal para poder organizar el mercado con todas las medidas necesarias, pero a la gente la sacas de su sitio y le cuesta", opina Carmen Rodríguez, vendedora de pan.

Por cambio de sitio o por prevención frente al coronavirus, hubo poca clientela. "Igual es por ser el primer día, pero la cosa está muy mal, aunque los que llegan vienen a comprar", dice la vendedora Ana Álvarez. También Rodríguez cree que no recuperarán las ventas "hasta que no vuelva la normalidad, aunque estamos totalmente preparados con todas las medidas de seguridad. El domingo esperamos que venga más gente porque si no va a ser una ruina", apunta.

Grado reactivó su mercado con una normativa que impide la aglomeración de los puestos y con control de afluencia a la entrada, donde se ha desplegado una mesa con gel hidroalcohólico para los visitantes. Ayer miércoles fue sencillo de controlar pero habrá que esperar al domingo, jornada de mayor afluencia en el mercado moscón, para comprobar que las medidas funcionan. Lo cierto es que tanto vendedores como clientes cumplieron con sobresaliente.

La cita mercadera moscona es muy importante para los vendedores. Por eso ayer acudieron también otros habituales como Rubén Toro a echar un ojo para ver cómo va la cosa. Su puesto, heredado de su padre, lleva 50 años en Grado. "Dejan venir solo a los de Grado pero no vienen, así que podrían dejar a los que no somos de Grado pero llevamos toda la vida aquí. Esto está desierto y pienso que hay sitio suficiente con espacio para todos los puestos de agroalimentación", reclama el joven.

El mercado de Grado arrancó con muchos cambios y poco ambiente, pero con un sentir unánime entre vendedores y clientes, las ganas de verlo como siempre, con gente y ventas.

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