En los últimos tiempos vivimos la pérdida de la genuina identidad de las instituciones porque tal vez deba ser así. Tampoco pasa de perogrullada decir que familia, escuela, estado, nación y más necesitan una redefinición. Me entero que Alberto Carlos Rivera Díaz, ahora Albert Rivera Díaz (porque todo cambia) solicitó su baja en UGT por el apoyo de esta institución sindical a los presos del "procés". Tal vez Rivera haya pensado que no es función de los Sindicatos el manifestarse a favor o en contra de decisiones judiciales; aunque si algunos de los presos es afiliado, el sindicato se carga de autoridad para hacerlo, ya que el origen griego del vocablo se vincula a "protector". Lo que no es admisible es que la asociación de trabajadores constituida para la defensa y promoción de intereses profesionales, económicos o sociales de sus miembros, contradiga su propia definición. Este año un afiliado, pensionista, tuvo un incremento en su prestación del 0,25%. A principios de enero se carga en su cuenta bancaria el pago del primer trimestre de su cuota sindical y observa un incremento, respecto al del año anterior, del 3,4%. El pensionista, más prosaico que el político, decide darse de baja. Lógico.
El paragües