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Despacito y buena letra

Al amigo que nunca falla

Reflexiones después de asistir a la festividad del Santísimo Cristo de Santa Ana

Hace ya algún tiempo, un amigo de prestigio, y digo lo de prestigio por su sabiduría y humildad, en una sobremesa distendida me dijo que el primer mandamiento de la Ley de Dios es "escuchar", pues si no escuchamos no lo podemos aprender y menos practicar, y así lo expresan las Sagradas Escrituras: "Escucha, Israel, amarás a Dios sobre todas las cosas?".

Y con esa intención de escuchar e implorar he acudido durante estos días a la Novena del Cristo en la Iglesia de San Pedro de Pola de Siero. Muchos feligreses, incluso de otras partes del concejo, acudían tempraneros a encender sus velas, saludar, pedir y rezar a su Cristo. Antes de la novena, el Rosario. Se respiraba un ambiente de silencio, devoción y fe. La liturgia cuidada, medida. Oración inicial, plegaria o petición, lectura de la palabra, Homilía, Ofrecimiento, Eucaristía e Himno al Cristo de Santa Ana. Todo arropado por un órgano y un coro que engrandecía y daba solemnidad, sin quitarle importancia, a un elemento primordial de la Santa Misa que es la Palabra y la interpretación que de la misma hace el sacerdote celebrante. El tema central de la novena "Cristo vive", título de la Exhortación Apostólica del Papa Francisco, fruto del Sínodo de los Jóvenes, para estos tiempos de ruido, lejanía y olvido.

De mostrarnos que Cristo vive se han encargado todos los nueve sacerdotes, de diferentes edades y con diferentes experiencias y sensibilidades, con anécdotas, vivencias, testimonios e interpretaciones jugosas, originales, que dan prueba de su existencia, de su fuerza. Cristo nos quiere, nos ama, se preocupa de nosotros. Solo te pide que te acuerdes de Él, que no te creas muy importante, que somos poquita cosa, que le necesitamos, que Él quiere ayudarte, pero quiere que tú se lo pidas. Durante estos nueve días e incluso cuando escribo estas líneas, domingo, Fiesta del Santísimo Cristo de Santa Ana, la palabra más repetida, incluso por el propio Sr. Obispo, es la de "escucha", deja que Él te hable, no le interrumpas, evita la contaminación acústica. Cristo nos habla de muchas maneras, a veces incluso sin palabras, se sirve de personas, de recuerdos, de imágenes, de oportunidades, encuentros y hasta del mismo dolor del pecado. Nos conoce demasiado bien, sabe que no puede esperar grandes proezas de nosotros, pero nos pide un corazón humilde, contrito, arrepentido.

Durante estos días se nos habló de la capilla de la Soledad, de la capilla de Santa Ana, de las vicisitudes históricas que en alguna ocasión asolaron la villa, de la necesidad de ser santos y de los medios para lograrlo, los de siempre: oración constante y lectura del Evangelio, que sigue siendo de tanta actualidad ahora como en la época de Jesús, léase la epístola a Timoteo y el buen gobierno. Se nos recordó que Cristo nos quiere, créetelo, anótalo. Le tienes siempre a tu lado. Que Cristo es camino, verdad, vida. No tengas miedo, él es tu roca, tu fortaleza, quien da sentido a tu vida. Que Cristo es el amigo que nunca falla, que nadie tiene más amor que Él, que dio y sigue dando su vida por sus amigos, por todos nosotros. Solo te pide que lo sepas, que se lo agradezcas, que acudas a Él y es que, como dice el Evangelio de San Lucas: "Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no se convencerán ni aunque resucite un muerto".

En la festividad del Santísimo Cristo de Santa Ana, la palabra del Sr. Obispo Don Jesús Montes no pudo ser más oportuna, y para ello tomo como base la Cruz, que en su verticalidad nos indica el cielo y en su horizontalidad habla de vida, realidad, prójimo, y es que el Cristo de Santa Ana desde el púlpito de la Cruz nos lo dice todo y lo sabe todo, ya que nada de lo humano le es indiferente, y nos recuerda que Cristo vive y que ser cristiano es ser seguidor de Cristo, pero un seguidor coherente, que vive en la tierra y aspira al cielo.

Después de una hora de ceremonia, hacia las 13.30, y del incienso de rigor y esfuerzo ímprobo de los cofrades, el Santo Cristo de Santa Ana regresó a su capilla acompañado de una multitud de fieles agradecida y gozosa. Mi felicitación agradecida a Don Juan y a todo su equipo de colaboradores. ¡Novenas como esta hacen mucho bien!

P.D. "Rezar es tener fe. Tener fe en la vida, en las personas, en tus amigos, en tus hijos, en tus padres, en Dios. Rezar es la maestría de niños y abuelos. Y es un súper poder que nos predispone al bien. Rezar es creer y ser practicante de un mundo mejor." (ABC de Sevilla, 11 de marzo de 2018, Miguel Ángel Robles).

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