Mieres del Camino,

C. M. BASTEIRO

Los veranos de Heri Frade, joven periodista deportivo lenense, tenían como telón de fondo una agradable monotonía y la práctica constante de deportes. Si el tiempo lo permitía, iba a la antigua piscina de la Pola, «que entonces era al aire», y si hacía malo, la actividad se centraba en la práctica de juegos y deportes variados, «desde parchís hasta fútbol». Sin embargo, puestos a escoger, el periodista se quedaba con las actividades acuáticas y maldecía el clima asturiano. «Recuerdo que tenía la impresión de que hacía malo siempre», afirma. Ahora su vida transcurre en Madrid, donde trabaja en la redacción de deportes de la cadena Ser (junto a José Ramón de la Morena, Manolo Lama, Pepe Domingo Castaño y compañía) y dice que echa de menos «el fresquín y el orbayu durante los meses estivales».

Y es que la meteorología siempre formaba buena parte de los rituales veraniegos de Heri Frade. Al salir de la cama miraba por la ventana y si estaba bueno se hacía su «bocata de salchichas con salsa brava» e iba derecho a la piscina. «Me paraba a llamar a mi amigo José e íbamos corriendo para encontrar los mejores sitios», explica riendo. Si al levantarse había nubarrones, la cosa cambiaba. «Nos poníamos en contacto y salíamos a jugar por la caleya, aunque no importaba a qué, desde fútbol hasta parchís, no se nos escapaba nada». Sin pararse a pensarlo, recuerda que en el agua era donde más se divertía y, poco a poco, llegó a ser uno de los mejores nadadores del grupo, pero no sin esfuerzo.

Entre los recuerdos estivales de Frade se encuentra aquel verano de finales de los ochenta en el que su madre le apuntó a un cursillo de natación. «Me tocó un monitor con mala fama, pero con el miedo en el cuerpo aprendí a defenderme muy pronto para que no me cayera ninguna bronca», asegura con una sonrisa en los labios. El siguiente paso fue convertirse en el «rey» de la piscina, «con unas gafas de bucear negras y amarillas». Enseguida se transformó en una especie de «cazatesoros» en el fondo del vaso. «El día más feliz de mi vida fue cuando encontré una moneda de las gordas, de 500 pesetas», recuerda. Eso sí, con el dinero en el bolsillo, el joven tenía muy claro a qué lo iba a destinar. Con cierta nostalgia, comenta que lo que más les gustaba, a él y a sus amigos, era «la gaseosa que vendían en el bar de la piscina, todavía hoy la echo de menos».

Y es que Frade abandonó esta rutina veraniega cuando en 1997 se fue a Salamanca a estudiar Ciencias de la Información. Cuando terminó la carrera se instaló en Madrid. Desde entonces, vuelve «siempre que puedo, que es menos de lo que quisiera». Hace dos años, el periodista ofreció el pregón de apertura de Les Feries en el teatro Vital Aza. Se confiesa «un enamorado» de las celebraciones de la Pola, aunque si tiene que escoger, se queda con «las fiestas de prau».

De hecho, cuando recuerda sus travesuras y sus bailes en las verbenas de su romería favorita, la del Cristo en Villallana, sale a la luz una reivindicación. «Cada vez hay menos fiestas de prau porque se exigen demasiadas formalidades y hace falta mucho dinero. A mí me da mucha pena porque soy un incondicional de este tipo de celebraciones, me encanta la música y la sidra al aire libre, pero es normal que la organización se canse».

Los recuerdos estivales de Heri Frade le despiertan la morriña. En la Pola comenzó su andadura profesional. «Fue en Radio Llena, haciendo un informativo. El programa lo dirigía " José el Loco". Le estaré eternamente agradecido porque con él despertó mi pasión radiofónica», explica. Desde 2001 trabaja en la cadena Ser y se considera «uno de los pocos afortunados que aún está en su primer trabajo».