Año tras año, nos encontramos aquí con hombres y mujeres que han hecho de su vida una misión permanente de concordia y justicia con los más desfavorecidos. Por desgracia, en este apartado lugar del mundo, son muchos los desfavorecidos, los que carecen de lo más indispensable para tener una alimentación adecuada, una educación suficiente o una sanidad gratuita y eficiente que les permita simplemente vivir con cierta dignidad. Cada vez tengo más dudas de quién es en realidad más pobre, si ellos que disfrutan mucho de lo poco que tienen o nosotros que no disfrutamos nada de lo mucho que tenemos y que nos sobra de todo, si ellos que disfrutan y viven en contacto permanente con la naturaleza o nosotros que destrozamos nuestro entorno natural en la búsqueda desesperada de más riqueza. En definitiva, creo que somos tan pobres que solo tenemos y queremos dinero y riqueza material; ellos, en cambio, son ricos en su vida social y en disfrutar de su ambiente natural.

Les digo todo esto porque año tras año surge esta discusión entre nosotros, los ricos occidentales que venimos a «ayudar» y ellos, los misioneros y laicos, que se encuentran aquí como uno más, que no quieren imponer nada a estas gentes y que solo reclaman justicia para todos los hombres y mujeres. Por eso, hoy quiero reconocer la inmensa labor que hace esta buena gente, hombres como el padre Alejandro o del padre Abel, que después de 7 años aquí, hoy está en su parroquia de Avilés y que todos los años dedica sus vacaciones a encontrarse con todos sus hermanos de Bembereké.

También están los Misioneros de Fo-Boure, riojanos que como los asturianos llevan muchos años aquí, como los padres Juan Pablo, Luis Ángel o Fernando que llega ahora para dar vacaciones al joven Luis Ángel, todos ellos haciendo una labor increíble en esa parroquia vecina de Bembereké. Mención aparte merece el padre Isidro, extremeño de Plasencia, que lleva 3 años en Buka poniendo en marcha una misión, en un lugar sin luz, sin agua corriente y sin conexión telefónica. Nos contaba el otro día, riéndose él y todos, que para hablar por teléfono móvil tiene que ir a un lugar alto y subirse a un árbol para tener cobertura y colgado del árbol puede hablar. Qué les voy a decir del padre Joaquín, un zaragozano que lleva tantos años en Niki que cuando ves sus largas barbas y sus ropas africanas lo confundes con un nativo.

Y muchos más, que todos los años conocemos por aquí y que nos llenan de fuerza con su trabajo y ejemplo. Este año hemos conocido al padre Françoise, un bretón que lleva muchos años en la misión de Niki y que actualmente y durante la ausencia del padre Alejandro dirige la de Bembereké. Este buen hombre nos ha recibido, más bien nos ha acogido, con una bondad infinita y hace todos los días lo posible por hacer que nuestra estancia aquí sea lo mejor posible, sin duda alguna estamos en buenas manos y eso se agradece mucho en esta parte del mundo.

No puedo olvidarme de una persona muy especial para mí, con quien he tenido la suerte de encontrarme en dos ocasiones en Cotonou, se trata del padre Ángel, que con sus Mensajeros de la Paz está haciendo una labor increíble a favor de los niñ@s abandonados. Aquí tiene dos centros de acogida llenos de niñ@s que han encontrado en sus brazos un lugar seguro y cálido donde vivir. Tampoco me debo de olvidar de las monjas, baste un solo ejemplo, el de Encarna, una dominica burgalesa que con más de 70 años sigue diariamente visitando a las mujeres de los poblados para enseñarles cómo tratar el agua, qué hacer si surge una enfermedad o consiguiendo dinero para hacer granjas, centros de tratamiento del Karité, o de moler el maíz, que luego explotan en régimen de cooperativa y que aportan unas rentas con las que sobrevivir a una enfermedad o para pagar los estudios de sus hijos.

Podría seguir, hay muchos más misioneros por aquí que ellos solos se merecen no una palabras, sino un libro. Pero también quiero hablarles de otros hombres y mujeres que andan por aquí, como Paquito, un andaluz de Jerez, que acompaña al padre Françoise, un chaval joven, preparado, cordial y, como buen andaluz, simpático, un chaval que lo tenía todo y sintió la llamada de hacer algo útil con su vida y aquí está, durmiendo y comiendo muchos días en los poblados Péél, muy cerca de ellos para conocerlos mejor. Paquito, el otro día me dijo: «Ellos no son pobres, son inmensamente ricos, pues se quieren entre ellos y viven en contacto permanente con la naturaleza, no conozco ningún hotel de 5 estrellas como pasar una noche en un poblado Péél y tener por sabana que me cobija no solo 5 estrellas, sino todas las estrellas del firmamento conmigo esa noche».

Por ultimo, no puedo olvidarme de mis amigos Pepe Tartiere y Pilar, esa feliz pareja ovetense que año tras año han conseguido que los chavales de esta zona que acaban sus estudios primarios puedan continuar en la Universidad de Parakou, donde tienen un centro para acogerlos, un lugar idóneo para el estudio y para que la Universidad no sea algo inalcanzable para todos estos jóvenes con unas ganas inmensas de estudiar.

Queridos Pepe y Pilar, hemos estado con todos ellos en el Centro hace unos días y no puedo por menos que agradeceros públicamente el gran trabajo que estáis haciendo, pues la cadena ya iniciada en Bembereké no se rompe, los 50 niños acogidos que cursan estudios secundarios y los 20 en Primaria tienen una oportunidad gracias a vosotros, ellos lo saben y es bueno que todo el mundo sepa de ese gran esfuerzo que estáis haciendo. Me queda Conchita, esa blimeína incansable, siempre alegre y que en breve estará aquí con sus chicos, todos la recuerdan y la quieren y esperan su llegada y ella es seguro que ya cuenta los días que le quedan para estar aquí con ellos. Todos estos hombres y mujeres y muchos más que como ellos trabajan por estos mundos con quien más lo necesita te reconfortan con la humanidad, sobre todo en nuestro mundo «civilizado» la mayor parte de la gente se ha cansado de pensar y se está olvidando de razonar, porque les es más cómodo y fácil que se lo den todo pensado y razonado, por contra, aquí sobrevive un grupo de hombres y mujeres que piensan, razonan y actúan en consecuencia, casi nada en los tiempos que corren, para ellos estas pobres palabras de admiración y respeto.