Soto (Aller),

L. C. / A. V.

La localidad allerana de Soto rindió ayer homenaje a su patrona, la virgen de Miravalles, en una jornada que estuvo marcada por la buena climatología y la gran afluencia de público, la mayor de los últimos años. La celebración congregó en el prau de las fiestas a más de 2.500 personas que disfrutaron de un día campestre regado con sidra, comida y buena música.

Los actos comenzaron a las diez de la mañana, cuando se inició la procesión de la virgen de Miravalles, que en 1951 fue nombrada alcaldesa perpetua de Aller por la Corporación municipal. La virgen llegó acompañada por los romeros a su santuario al son de la música de la Banda de Gaites La Viga Travesá.

A las doce de la mañana, cientos de fieles participaron en la solemne misa en honor a la patrona de la localidad allerana, que estuvo oficiada por cinco sacerdotes. Tras el oficio religioso, el campo que rodea la ermita de Miravalles fue llenándose poco a poco de vecinos y visitantes hasta superar ampliamente las 2.500 personas, que disfrutaron de una comida campestre sobre el césped del prau allerano.

En torno a las seis de la tarde, la imagen de la virgen de Miravalles emprendió de nuevo la marcha en procesión para retornar desde el santuario hasta la cripta de la iglesia parroquial de Soto, donde permanece todo el año, ya que por su valor y antigüedad se decidió guardarla en la iglesia para evitar posibles daños.

Las fiestas patronales prosiguieron ya en el pueblo de Soto de Aller, con juegos infantiles y música de romería. La última verbena de Miravalles se prorrogó hasta altas horas de la madrugada, con premio final para los romeros que más aguantaron: una suculenta chocolatada.