Adiós a las retenciones en la carretera del puerto de Pajares (N-630), una de las principales conexiones de Asturias con la Meseta. Las obras de la calzada, que se alargaron durante más de siete meses por un problema de estabilidad del terreno, culminaron en la madrugada de ayer. Justo a tiempo para la operación salida de agosto. La regulación del tráfico, a través de semáforos para permitir los trabajos, había provocado airadas protestas entre los conductores. Durante los primeros fines de semana del verano, hasta que Fomento solucionó parcialmente el caos, la espera se llegó a prolongar hasta en una hora con retenciones de cuatro kilómetros. El problema está ahora resuelto: con las labores terminadas y sin semáforos que regulen el tráfico, la circulación vuelve a ser fluida.

La obra en la carretera comenzó con la estabilización de un talud durante el pasado otoño. Fuentes del Ministerio de Fomento habían asegurado que las tareas estarían listas antes del inicio de la campaña de esquí. Surgió una emergencia cuando una parte del carril se hundió, según fuentes de la actuación. Así, los trabajos se prolongaron hasta la madrugada de ayer.

La polémica surgió con la llegada del verano. La carretera del puerto de Pajares es la alternativa más barata para llegar hasta León desde Asturias. Desde el inicio de la crisis, son muchos los conductores que eligen el alto para evitar así el pago del peaje de la autopista del Huerna (AP-66). Los primeros fines de semana estivales fueron caóticos: los turistas denunciaron que la vía únicamente estaba regulada por dos semáforos (uno en cada sentido de la marcha) durante buena parte de la jornada.

En hora punta, también acudía a la zona una patrulla de la Guardia Civil para aligerar el paso de vehículos. No parecía suficiente para los coches que pasaron por la carretera durante los fines de semana de junio y el primer fin de semana de julio, en busca del sol en la comunidad vecina.

Solución temporal

El Ministerio de Fomento buscó una solución temporal a mediados de julio. La empresa encargada de las obras de rehabilitación destinó a dos operarios para regular el tráfico en la zona. Esta medida terminó con el embudo circulatorio que se había formado en los fines de semana anteriores, ya que la presencia de los operarios acortó las esperas para los conductores. Hasta ese momento, la regulación había seguido el ritmo de los temporizadores de los semáforos. Un sistema que no permitía organizar el paso en función de la cantidad de vehículos que esperaban en cada sentido.