Abren la puerta de casa y encuentran excrementos humanos en el rellano. El ascensor se ha estropeado porque alguien lo usó tantas veces como urinario que la estructura está oxidada. Las luces del portal están rotas y ya no saben si cambiarlas, porque la instalación dura dos días sin daños. Es la realidad que viven a diario los vecinos del edificio "Los Álamos" del barrio de Nuevo Santullano, un inmueble con tres portales: "Los Álamos", "La Tortuga" y "Las Encinas". "Vivir aquí es un infierno", denuncia la comunidad de propietarios. Son once dueños y sesenta vecinos que están en alquiler, a través de Viviendas del Principado de Asturias (Vipasa). Los propietarios exigen al organismo regional que se involucre: "Hay problemas muy serios de convivencia y vandalismo, pero si todos ponemos de nuestra parte se pueden solucionar".

Pudo ser la primera vez que hubo un "botellón" en el portal. O aquel día que la puerta del garaje apareció "reventada". Los propietarios no saben cuándo empezó lo que ahora definen como "un auténtico calvario". Hace diecinueve años que R. J. G., una de las propietarios que denuncia su situación, compró su piso en Santullano. "Entonces no era así, no estábamos tensos porque no teníamos ningún roce. Nadie se metía con nadie", afirma. La situación empezó a empeorar cuando se cambió el sistema de la comunidad de vecinos en los inmuebles: "Antes era una comunidad por cada portal, ahora es una sola para todos. Somos setenta y un vecinos, esto no hay quién lo controle", afirman los propietarios.

R. J. G. tiene miedo a que su denuncia pública tenga represalias. Por eso no quiere salir en fotografías ni dar su nombre completo. Hace unos meses, fue a un juicio contra unos vecinos por un intento de agresión en la escalera del portal. A la salida del juzgado, afirma ahora, "me amenazaron de muerte". Lo que matiza, junto al resto de propietarios del edificio, es que "sólo hay un pequeño grupo de personas haciendo estos actos vandálicos, así que si recibiéramos algo de ayuda sería fácil controlarlo". "Los más afectados somos los propietarios, porque la gente que está de alquiler termina por marcharse a otra parte", añaden.

Entrar un día cualquiera en el portal "La Tortuga", el más afectado por los actos vandálicos, es muy desagradable. Hay puertas arrancadas y pintadas en las paredes. En el rellano, hay restos de excrementos humanos: "Y esto no es nada. Una vez arrancaron un papel que prohibía los botellones y se limpiaron con él. Luego lo dejaron en la barandilla de la escalera", explican. Las luces no se encienden y la puerta del portal tiene restos de silicona: "Un vecino no pudo entrar en casa el otro día de madrugada, cuando venía de trabajar".

Las fiestas se celebran en la escalera. Hay botellones a menudo, y los restos quedan esparcidos por todo el portal. Gritos de madrugada y música bien alta durante toda la noche: "Nos quieren volver locos", claman los propietarios. "Y pensábamos que nos estábamos haciendo con un chollo, porque teníamos garaje y trastero incluidos en el precio del piso", lamentan ahora los dueños de pisos en el portal.

El garaje también es campo de batalla. En el mediodía de ayer, sólo había tres coches aparcados en el interior. Pocos vecinos se atreven a dejar sus bienes ahí. Se han producido varios robos, y algunos vehículos han aparecido con las puertas ralladas y los extintores desaparecen tres veces al año. "El problema de esto es que aquí puede entrar la mitad de la población del concejo de Mieres", ironizan los propietarios. Y es que, según su versión, "algunos inquilinos reparten copias de llaves como si fueran caramelos". ¿Y no han probado a cambiar la cerradura? Sí, pero aparece a los dos días rota y "es peor el remedio que la enfermedad".

Los problemas llevan ya años atormentando a los propietarios. Al menos dos personas afectadas están a tratamiento psicológico por la difícil convivencia en el bloque "Los Álamos". "Hemos acudido a Vipasa, al Principado y al Ayuntamiento". Sólo recibieron respuesta del Consistorio, que les informó de que la competencia era de Vipasa y que estaban trabajando en un plan conjunto para mejorar la convivencia en el barrio. "En el Principado nos dijeron que harían una reunión en la que estuviéramos todos, pero nunca la organizaron". Ellos están abiertos al diálogo: "Sólo queremos dejar de sentir miedo y asco cuando salimos de casa".