El 20 de febrero de 1962, a las 17.29 horas, John Glenn completó la órbita a la Tierra. Se convirtió así en el primer astronauta norteamericano en conseguir esta hazaña. A la misma hora, el mismo día y en el mismo año, nació una niña. Nada fuera de lo normal, si no fuera porque su padre escribió una carta a Glenn para comentarle la coincidencia. Y John Glenn, piloto militar, astronauta y más tarde senador de los Estados Unidos por Ohio (también premio "Príncipe de Asturias" en 1999), respondió a la misiva. Ésta es la historia de cómo un sastre de un pueblo pequeño le hizo un regalo inmenso a su hija: mostrarle que la vida es mejor cuando sueñas a lo grande. Esa niña se llama Blanca Núñez, es orientadora en el IES El Batán de Mieres y en casa la conocen como "la niña que trajo John Glenn de las estrellas".

Suena a película francesa, bien podría ser una subtrama de "Amélie". Eso pensaron todos los que escucharon a Blanca Núñez cuando narró su historia, animada por sus compañeros docentes, en el marco del programa "Historias embotelladas" del instituto. Pero la foto dedicada por John Glenn, que guarda Blanca Núñez en su despacho, atestigua que el relato no fue un sueño. Para entender cómo llegó esa foto hasta la mesa del IES El Batán hay que retroceder cincuenta y cinco años en el tiempo.

Y viajar en el espacio hasta la plaza Mayor del pueblo de Briviesca (Burgos). Allí tenía la sastrería Juan Núñez, el padre de Blanca. "Aunque estaba en esa sastrería de ese pueblo pequeño, mi padre era un hombre con muchas inquietudes. Siempre estaba pendiente de la actualidad, siempre escuchando la radio y leyendo la prensa", relata Núñez. Así que es fácil imaginar a Juan dando las últimas puntadas a un traje de lana que le habían encargado. Y escuchando la radio de fondo.

La carrera espacial entre Estados Unidos y la Unión Soviética centraba entonces las noticias internacionales. En plena guerra fría, la URSS había tomado ventaja a Estados Unidos con el viaje de Yuri Gagarin a bordo de la nave "Vostok". El 12 de abril de 1961, el ruso se convirtió en la primera persona en el espacio. Completó una única órbita alrededor de la Tierra y se alzó como héroe internacional. Los norteamericanos se tomaron la revancha poco menos de un año después, con el viaje espacial de John Glenn.

Carta a América

Las noticias estaban de fondo en el taller de Juan Núñez cuando supo que su mujer estaba embarazada. Nueve meses después, antes de salir pitando de la sastrería porque su hija estaba a punto de nacer, apagó el aparato y no supo nada del viaje espacial. Fue al día siguiente cuando descubrió que la pequeña Blanca había llegado al mundo justo cuando se completó la primera órbita de Glenn alrededor de la Tierra: "Siempre me decían que a mí me trajo John Glenn de las estrellas", explica, risueña, Blanca Núñez.

Si Blanca quería un cuento, le narraban la aventura espacial. Si Blanca estaba distraída, le decían que si seguía en la nave de John Glenn. Así que Juan hizo partícipe al astronauta de la historia: "Estimado Señor Glenn: en España se dice que a los niños los trae la cigüeña. Pero yo, a mi hija Blanca, prefiero decirle que usted la trajo de las estrellas", escribió Juan Núñez en la misiva. La metió en un sobre y la envió a la Embajada de Estados Unidos en Madrid, con el siguiente mensaje: "Ruego a los carteros hagan llegar esta carta a John Glenn el astronauta".

Nadie, salvo él, creía que aquella carta tendría algún día respuesta. De hecho, el cartero siempre entraba en la sastrería al grito de "¡Juan, que no ha escrito el americano!". Mes tras mes, la misma broma. Hasta que un día, Juan Núñez vio llegar al cartero con el paso acelerado: "Juan, hoy te ha escrito el americano". Y era verdad: dentro del sobre había una nota de agradecimiento y una foto dedicada para la "niña de John Glenn". "Con mis mejores deseos, para Blanca María. John Glenn".

Los sueños se cumplen

Blanca Núñez tardó un tiempo en darse cuenta de lo grande que era ese regalo. "En la adolescencia hasta la escondía, me daba un poco de apuro", afirma. El retrato muestra a John Glenn con una bola del mundo y una bandera americana. Orgulloso de la hazaña y de ser un héroe en Estados Unidos. Pronto comprendió que aquella imagen era el reflejo de todo lo que le estaba enseñando su padre: la constancia, el esfuerzo, la confianza en uno mismo y los sueños que se cumplen.

La foto siempre la ha acompañado. Durante su juventud y ya en la vida adulta, cuando se trasladó a Asturias para trabajar en el instituto de Mieres. Tiene la imagen enmarcada en el despacho del departamento de Orientación, buena biblia para enseñar a los chavales a pelear por los sueños. Aunque los alumnos no la ven. La foto está mirando hacia ella, recordándole a diario todo lo que su padre le decía: que ella es única, que la trajo John Glenn desde las estrellas.