-Es muy divertido. Yo no falto ni a una clase, y eso que había un poco de colapso en la planta para bajar, pero me los he saltado a todos y aquí estoy con las manos en la masa.

Amor García ya supera los noventa años y es una de las participante en el taller de cerámica que ha organizado la residencia de mayores Valle del Caudal, dentro de sus continuas actividades. La finalidad de esta iniciativa es utilizar el barro como terapia.

Al frente de esta iniciativa promovida por el Ayuntamiento de Mieres está "Artistas y emprendedores", una pequeña empresa heredera de la tradición alfarera de Llamas del Mouru que nació hace cuatro años. "Organizamos talleres de carácter lúdico para niños y utilizamos el manejo del barro como terapia en el caso de las personas mayores o con discapacidad", explica Raúl Rodríguez. Junto con Ana Jara, este joven alfarero intenta que este oficio mantenga su vigencia en unos tiempos en los que trabajar con las manos se ha vuelto algo casi extraño.

La residencia Valle del Caudal apostó el año pasado por introducir la alfarería dentro de sus programación de actividades. El éxito de la propuesta ha hecho que este año la experiencia se repita. Una decena de residentes, casi todas mujeres mayores de 80 años, han participado en el taller. "Les damos la oportunidad de tocar el torno. Estos trabajos les resultan muy estimulantes y les permite desarrollar la psicomotricidad fina. Les abstrae y le permite pasar un buen rato", destaca Raúl Rodríguez. Cada persona diseña su propia figura, la crea en el torno y la pinta. "Se encargan de todo el proceso y al final disfrutan del resultado. Es una inyección de moral", asegura Ana Jara.

La edad, en este caso, no importa: "El año pasado trabajamos con una señora de 102 años", destaca Raúl Rodríguez. Ahora los participantes son algo más jóvenes. Entre pieza y pieza de barro se sueltan con alguna canción. "Alguna un poco picante", reconoce el profesor: "Ya que estamos manos a la masa...", explica divertida una de las aprendices.