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De lo nuestro | Historias heterodoxas

Un montón de bastardos

Los hijos nacidos fuera del matrimonio de los nobles de la Edad Moderna, obviados en la elaboración de los árboles genealógicos

Un montón de bastardos

La página de hoy lleva un título llamativo, a primera vista puede parecer un insulto, pero mi intención no es esa. Lo que quiero resumir con estas cuatro palabras es una de las características que adornaban a las familias de nuestra nobleza rural en los siglos de la Edad Moderna, y que se obvian sistemáticamente en la elaboración de los árboles genealógicos: la costumbre de tener hijos al margen de la legalidad que establecía su contrato matrimonial. Y es que aquellos señores no se cortaron a la hora de aumentar su descendencia con otras mujeres y en no pocas ocasiones tuvieron más hijos viviendo sin su apellido que con él.

Hoy les traigo uno de esos casos como ejemplo, aunque otros muchos podrían acompañarlo, pero este tiene la ventaja de estar bien documentado porque aquel alegre padre de familia tuvo a bien mencionar esta circunstancia en su testamento, y además se trata de un personaje que perteneció al más conocido de los linajes de la Montaña Central.

Me refiero a Sebastián Bernaldo de Quirós y Benavides, hijo de Felipe Bernaldo de Quirós y Benavides y de Catalina Bernardo de Miranda, descendiente de Sebastián Bernaldo de Quirós "El Viejo", quien había fundado el 13 de diciembre de 1585 el mayorazgo de Lena y Aller incluyendo las casas y torres de Pola de Lena y Soto de Aller para Francisco, hijo de su primogénito que había fallecido.

Nuestro Sebastián Bernaldo de Quirós fue el tercer poseedor de dicho mayorazgo, señor de la casa, torre y jurisdicción de Olloniego y de la casa de Benavides de Molinaseca en El Bierzo, y regidor perpetuo de Oviedo. Rancia alcurnia, como estamos viendo, que aumentó además cuando casó con Antonia María de Villapadierna y Quevedo, señora a su vez de varios lugares en el reino de León, y tuvo con ella ocho hijos.

Uno de ellos, Francisco Antonio, es un personaje que ha pasado a la historia regional por estar entre los primeros escritores que emplearon la llingua asturiana -el tercero, tras el mierense Diego Suárez Corvín y Antón de Marirreguera-. De él dijo el padre Feijoo que "Era sujeto de exquisita vivacidad y penetración, de portentosa facilidad y elegancia en explicarse, de admirable facultad memorativa, insigne Poeta, Historiador, Humanista, Matemático y Filósofo".

Al parecer fue muy prolífico, pero de su obra solo se conserva un romance de 330 versos titulado "El caballu", escrito hacia 1707, muy elogiado por quienes lo vienen citando desde el siglo XVIII hasta nuestros días.

Sus biógrafos dicen que nació en la torre familiar de Pola de Lena en 1678 y que fue el primogénito de la familia, Estuvo muy unido a su hermano José y como él tuvo un buen historial militar bajo las órdenes del marqués de Santa Cruz de Marcenado. Combatiendo también en Flandes, Ceuta y sirviendo a Felipe V en la Guerra de Sucesión, llegó a ser teniente coronel, pero murió muy pronto, soltero y antes que su padre, lo mismo que su hermano José, quien ya no pudo heredar el mayorazgo, y que Diego, otro varón, que fue religioso dominico y prior del Colegio de la Madre de Dios en Alcalá de Henares.

La mayor parte de la herencia se la quedó así otra de las hermanas, María Leonarda, esposa de Francisco Antonio de Quijada Rojas y Quiñones, I marqués de Inicio y II conde de Rebolledo, sin tener hijos. Sin embargo, el mayorazgo de Pola de Lena, que era de masculinidad, a la muerte de Sebastián siguió otro camino, ya que pasó a su hermano Álvaro Bernaldo de Quirós Benavides, oidor en Lima, y aunque este casi no pudo disfrutarlo porque también murió poco después, en el mismo año 1734, se lo dejó a su hijo y de esta forma quedó en manos de esta rama familiar durante varias generaciones hasta que fue suprimido por la Desamortización.

Pues bien, en 2006 el profesor Alfonso Menéndez González, nacido en Caborana y reconocido experto en la Asturias de la Edad Moderna, publicó el libro "El barranco de las asturianas" donde se tratan diferentes aspectos sobre el papel de las mujeres en la sociedad del Antiguo Régimen, y para ilustrar uno de los comportamientos sexuales más frecuentes de nuestra nobleza recurrió al testamento de don Sebastián Bernaldo de Quirós y Benavides, fechado poco antes de su muerte, cuando el personaje sabía que ya no tendría que rendir cuentas en este mundo y por ello no tuvo reparos en dejar constancia escrita de sus amoríos.

Según Alfonso Menéndez, don Sebastián se había casado al menos dos veces, un dato que no he podido confirmar en los estudios sobre los Bernaldo de Quirós, donde aparece Antonia María de Villapadierna como madre de sus ocho hijos legítimos, aunque de ser así tampoco influye en el asunto que estamos tratando hoy en esta página.

Lo que sí nos confirmó el noble de su puño y letra en su testamento es que tras quedarse viudo a los treinta y cinco años tuvo una activa vida sexual con varias mujeres de su entorno, con fecundos resultados, aunque en su descargo también tenemos que reseñar que no parece haber hecho lo mismo mientras su esposa estuvo viva.

El primero de los bastardos citados por el señor de Olloniego se llamaba Bartolomé Bernardo y pasó a Indias. Se bautizó en San Martín de Pereda, una hermosa iglesia románica próxima a Oviedo, y su madre era una mujer casada, por lo que don Sebastián se calló su nombre, pero dejando la puerta abierta a quienes quisieran conocerlo porque les recordaba que en la partida de bautismo "se verá el nombre de la madre si se necesitare".

Después tuvo otras dos hijas llamadas María Antonia y Manuela, de una viuda llamada Josefa de Soroa, cuyo primer marido había sido Alonso Menéndez y en el momento en que escribió su testamento volvía a estar casada de segundo matrimonio.

La relación de Sebastián Bernaldo de Quirós con esta mujer sí tuvo que haber sido más estable, puesto que además de estas dos hijas, citó a otro varón, de nombre Antonio, que ella también tuvo en su viudedad, diciendo "que se crió por hijo suyo", sin afirmar ni negar que sea verdad, aunque dispuso que "si fuere virtuoso se le ayudara para o que fuere capaz". En cuanto a su bautizo, en un principio dijo que lo hizo en Baiña y más abajo aclaró que fue en Olloniego, lo que puede indicarnos, que en sus últimos días ya le empezaba a fallar la memoria.

Siguiendo en este vinculo con Josefa de Soroa, don Sebastián quiso dejar claro, que sin embargo él no tenía que ver nada con la paternidad de otro varón llamado Manuel, a pesar de que "se bautizó en Olloniego por hijo mío y de la dicha Josefa siendo cura don Juan Morán Llanos hubo error, declaro no es mi hijo".

De nuevo equivocó el lugar del bautizo, ya que en otro párrafo lo corrigió para decir que no había sido en Olloniego, pero volvió a afirmar "que no es mi hijo, que si en alguna ocasión lo llame hijo fue para enviarlo por soldado y todavía no fue. Es hijo de un hombre que ya era casado y todavía lo es, y la madre del dicho Manuel era viuda y ahora es casada".

Aún hubo más: después tuvo con otra mujer soltera llamada Antonia Fernández Carreño una hija más, de nombre Teresa, bautizada también en San Martín de Pereda. Todo indica que seguía manteniendo su relación con madre e hija en el momento de hacer testamento y por eso las trató especialmente bien. Recomendó que a la pequeña se le diese dote para religiosa descalza o recoleta y para ello dispuso ante el escribano del concejo de Lena la donación de un foro de cuatro vidas de Heros en Cornellana de Campomanes junto a otra hacienda de su mayorazgo.

Esto de las cuatro vidas es algo parecido a las ventas de cocheras que ahora hacen los ayuntamientos por cincuenta u ochenta años, teniendo que devolver la propiedad al cumplirse ese plazo. En el caso del foro de Lena, el padre de don Esteban había gozado la primera vida, y el estaba en la segunda, por lo que nombró a las dos mujeres usufructuarias para lo que quedase de esta y le dio a Teresa la tercera vida y el derecho disponer sobre la cuarta.

Es de suponer que el éxito amoroso de Sebastián Bernaldo de Quirós radicase más en su poder que en su atractivo personal y que sus mujeres tuviesen un origen mucho más humilde. De cualquier forma, su caso no fue extraordinario: a finales del siglo XVII, era algo aceptado en el comportamiento de los nobles e incluso servía como muestra de su riqueza y del dominio sobre las tierras de su jurisdicción, pero cuando se hacen los árboles genealógicos siempre se podan las ramas bastardas, y eso debemos tenerlo en cuenta.

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