Segundo acto de las jornadas sobre Criminología "Mieres crimen", organizadas por el Ayuntamiento de Mieres, con la conferencia titulada "Crónica negra del Mieres del siglo XX. Un análisis desde la Historia y la Criminología", impartida por la historiadora Arantza Margolles y la criminóloga Lorena Medina. El acto contó con la colaboración del Club LA NUEVA ESPAÑA en las Cuencas y se centró en el relato y estudio de cuatro crímenes acontecidos en el siglo XX y en los que Mieres tuvo protagonismo.

"El ser humano es básico y sigue matando por las mismas motivaciones", dijo Arantza Margolles, que refirió la dificultad de obtención de documentación más allá de las informaciones periodísticas, pues la Audiencia Provincial de Oviedo ardió en octubre de 1934 con todos sus expedientes. El primer caso estudiado fue el asesinato de una mendiga en un pueblo leonés en 1904 y el posterior hallazgo de las pruebas del crimen en una pensión mierense, que condujo a la detención de una pareja y la posterior condena del varón a 18 años de prisión. Lorena Medina explicó los medios de investigación de la época y la tipología de los personajes: "Eran una mujer dominante y un hombre sometido a su voluntad, que pudo actuar respondiendo a órdenes de ella".

En mayo de 1927, a plena luz del día, en la calle Teodoro Cuesta, un heladero apuñaló a su competidor con el que mantenía mala relación. El asesino, a pesar de los testimonios contradictorios de los testigos, confesó la autoría del crimen. Fue condenado a cadena perpetua, pero fue conmutada por una pena de 14 años de prisión. "Ya en aquel tiempo la sociedad se mostraba contraria a la pena de muerte", matizó Margolles.

Al relato de la historiadora sucedió el estudio criminalístico de Lorena Medina, que manifestó que en este supuesto se dieron los elementos típicos del asesinato: premeditación y actuación directa, sorpresiva y sin defensa posible. "Los hombres actúan de un modo más directo y próximo, por ejemplo, atacando con un cuchillo. Las mujeres ponen más distancia con la víctima, recurriendo a medios como el veneno", detalló. "Este crimen es 'la gota que colma el vaso' y que libera la obsesión de eliminar un obstáculo, que en este caso era el heladero de la competencia", resumió la criminóloga ante el público.

El 8 de enero de 1932, una mujer fue asesinada a tiros a manos de un hombre despechado en una taberna de La Rebollada, "un acto de violencia de género que en aquella época también era considerado aberrante y condenable", narró la historiadora. Tras cometer el crimen, el asesino intentó suicidarse de un disparo en la cabeza. Quedó ciego y el Tribunal se apiadó de él, dejándolo libre: "Ciego de amores, llegó a titular un periódico", señaló Margolles. Lorena Medina centró la explicación del caso en las ideas delirantes y los celos patológicos a partir del sentimiento de despecho por los desplantes y el rechazo de la mujer amada. "Los celos son un estado normal del ser humano que, traspasada una línea, se convierten en un trastorno", advirtió Medina.

En 1951, el Puente de Mieres fue testigo de la muerte de un niño de un año de edad y del intento de asesinato de su hermana y sus padres a manos de una mujer, La Chata, "una mujer obsesionada con un hombre y determinada a eliminar los obstáculos que le separaban de él", relató Margolles. La mujer fue condenada a 38 años de prisión. Medina hizo mención del característico distanciamiento de la mujer con sus víctimas, por lo que recurrió al envenenamiento. "Fue tal su obsesión y su trastorno psicopático que cometió errores que evitaron que muriera toda la familia", finalizó la criminóloga.