La iglesia parroquial de San Tirso el Real, en Oviedo, se quedó ayer pequeña para despedir al dermatólogo turonés José Ramón Curto, que falleció de forma repentina el pasado viernes a los 67 años de edad durante la celebración de un congreso en San Sebastián. La comunidad médica, así como familiares, amigos y pacientes despidieron ayer al médico en una solemne misa presidida por la urna en la que se encontraban sus cenizas.

El párroco que ofreció el funeral destacó los valores del doctor: "Humano, trabajador incansable, apasionado por la ciencia, generoso en dedicación y sabiduría", dijo el religioso, destacando que todos estos valores habían sido transmitidos "en el seno de la familia". También resaltó que José Ramón Curto "puso su pozo de sabiduría al servicio de los enfermos, a los que se entregó y devolvió salud, alegría y esperanza". Por último, el párroco aprovechó para lanzar un mensaje de agradecimiento de la familia del médico por "todo el cariño recibido estos días".

Entre los presentes en el funeral había caras conocidas como la del doctor José Sánchez del Río, íntimo amigo de Curto, quien había asegurado que "para mí era más que un amigo, un hermano". También acudió Julio Bobes, presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría; y Juan Ortiz, exgerente del SESPA, entre otros compañeros del médico.

José Ramón Curto se encontraba el pasado viernes en San Sebastián participando en una reunión del programa del congreso, la XXX Reunión del Grupo Español de Dermatología Estética y Terapéutica de AEBV, cuando cayó "fulminado" y sin haber hecho constar ninguna molestia previa. Su fallecimiento cayó como un jarro de agua fría entre sus conocidos, tal y como había asegurado la gerente del área sanitaria del Caudal (nombrada área sanitaria VII), Alejandra Fueyo, quien había destacado del médico que "era un trabajador incansable, venía frecuentemente al hospital para seguir con su labor como investigador y para visitar a sus compañeros". Y es que seguía muy vinculado a la vida sanitaria y a la dermatología, aunque se había jubilado hace dos años después de estar trabajando en Mieres durante más de tres décadas.

Curto era de los únicos dermatólogos de la sanidad pública con consulta por las tardes. El médico prefería aprovechar las mañanas para formarse e investigar, para mejorar todo lo que pudiera. Pero después tampoco tenía prisa para dejar su consulta.

Otro de sus grandes logros fue la creación de la Escuela de Dermatitis Atópica de Mieres, con la que puso el nombre de la villa en el mapa. El proyecto se inició de forma pionera en Madrid y Asturias, en el año 2011. "Traía a pacientes de toda España", afirmaron sus allegados. Fue un proyecto pionero en educación terapéutica. La escuela dotaba a los pacientes atópicos, la mayoría niños de corta edad y adolescentes, de habilidades que les permitieran ser más autónomos y controlar mejor su enfermedad. En definitiva, mejorar su vida.

La comunidad de la Academia Española de Dermatología y Venerología, que organizaba el congreso de San Sebastián, aprovechó la jornada del sábado para rendir un pequeño homenaje al médico. Con su gesto afable, el dermatólogo turonés aparecía en la pantalla del congreso en el Kursaal junto a un texto en el que se podía leer "Se nos ha ido un buen dermatólogo, pero sobre todo, una excelente persona. Tus compañeros te recordaremos por un sencillez, unida a la bondad de tu carácter".