"Cariño, la edad es sólo un número". "Confío en ti y daría toda mi vida por ti, sólo tú puedes ayudarme". "Estoy convencido de que conocerte es un plan de Dios para mi, todo pasa por una razón". Palabras dulces, con un propósito amargo.

Una mierense, que prefiere mantener su anonimato, ha compartido con LA NUEVA ESPAÑA su experiencia con un "estafador del amor". Es el sobrenombre de los que buscan pareja en la red para prometerles amor eterno y pedirles dinero, casi siempre con una historia rocambolesca de por medio. En el caso de esta mierense, su "amante" le contó que tenía un serio problema en aguas internacionales. Ella no le creyó, y rompió la relación. Hace sólo unas semanas se hizo pública la detención de un hombre senegalés que timó, a través de este método, a otra vecina del concejo. "Juegan con el corazón, es lo más sucio que existe".

¿Por qué no intentarlo? La protagonista de esta historia, tras casi cuarenta años de matrimonio, perdió a su marido de forma repentina hace ya un tiempo. "Mis amigas me ayudaron mucho y me animaron a conocer gente nueva", explica. La noche, dice, no le gusta mucho. Así que decidió probar suerte en la red: "Dudé mucho, pero finalmente me abrí un perfil de 'Tinder' y en otras redes sociales".

En "Tinder" -red social dedicada, principalmente, a las relaciones de amistad e informales-, conoció a un hombre que parecía interesante. Guapo en la foto, decía tener 55 años y llamarse Paul. Comenzaron a hablar en inglés, con conversaciones "totalmente normales" en el chat de la aplicación. Luego se intercambiaron las direcciones de correo electrónico e iniciaron una correspondencia casi diaria, durante todo el mes de septiembre, a la que ha tenido acceso este diario.

"Hola mi amor". En el tercer correo, Paul ya tenía un tono de lo más amoroso. Compartía con su "amiga" mierense sus preocupaciones. Le dijo que trabajaba en un barco, de "segundo de abordo", y que estaba muy ocupado. "He estado pensando mucho en ti desde nuestra última conversación", afirmaba. Tanto hablar, tanto acercarse en las palabras, extrañó a la mujer: "Yo sólo había vivido, realmente, un noviazgo. Y entonces las cosas iban muy poco a poco", asegura.

Todo muy rápido. Y demasiado ideal, demasiado bonito para ser verdad. A principios de octubre, anunció que estaría en una ruta en barco las siguientes semanas. Varios viajes, uno de ellos de Grecia a Bulgaria. Sólo unos días después, la mujer recibió el primer correo suplicante: "Tenemos un problema grave y necesito tu ayuda, confío en ti totalmente", le dijo. Un problema del que dio pocos detalles y que, tal y como ya esperaba ella, se solucionaba con dinero. Fue entonces cuando la mierense respondió con frialdad y dándole a entender que no obtendría nada.

A aquel correo frío, Paul respondió con vehemencia: "He intentado de diferentes formas encontrar una solución, creeme que no ha sido fácil para mí pedirte nada. Por favor necesito que me prestes la cantidad que te requiero (más de 3.000 euros), he estado hablando con agentes de seguridad en esta isla y me dan 48 horas para conseguirlo", le informa. Y continúa: "Por favor (nombre de la mujer), estoy al borde de un precipicio. Te lo devolveré la próxima semana y antes del viernes. Por favor, piensa en ayudarme (?). Todo mi amor, Paul".

Insistencia

Ella no cayó en la trampa y le respondió con cierta sorna. Le dijo que no tenía ahorros y que sentía mucho no poder ayudarle. Y le ofrece como solución que él le haga una transferencia: "Seguro que tienes dinero en alguna parte, si tú no puedes pagar directamente, puedes hacérmelo llegar y yo lo enviaré a la dirección que me digas. Lo siento mucho amor, te quiero lo mismo. (Firma con su nombre)".

Lejos de darse por vencido, él siguió insistiendo en otros cinco correos. Ella, "harta ya de la situación", le despide con un "ojalá ardas en el infierno". Asegura que no sintió rabia por ella, sino "por las muchas mujeres a las que seguro lo ha hecho, y por las que pudieron caer en su trampa".

Están en todas partes. Esta mierense asegura que no ha sido su único "encontronazo" con un "estafador del amor" en redes sociales. "Los hay en 'Tinder', en 'Instagram', en 'Facebook'", asegura ella. Y, desde su punto de vista, tienen un objetivo claro: "Buscan mujeres que se sientan solas, que acaben de romper una relación o que estén viudas". No acudió a la Policía nunca, porque "nunca dejé que me quitaran nada". Pero cree que su delito es más grave que una estafa al uso: "No sólo juegan con el dinero, juegan a destrozar tu emoción", concluye.