Una nueva denuncia que persigue la exhumación del pozo Funeres se ha sumado esta semana a la gran querella contra los crímenes del franquismo que dirige la jueza María Servini de Cubria, en Argentina. Los nietos de Enrique Suárez Ferrera, un minero vecino de La Rina, en San Martín del Rey Aurelio, presentaron una denuncia en el consulado de Argentina en Madrid por la desaparición de su abuelo.

Tal y como explican en la denuncia, Enrique Suárez Ferrera fue detenido por la Guardia Civil el 13 de abril de 1948 cuando iba a trabajar a la mina. Una vecina le contó a su esposa, Manuela Nava, que había visto a los guardias llevarlo camino de la montaña de Peñamayor. Sus dos hijas trataron de buscarlo en esa dirección, pero no las dejaron pasar, amenazándolas con llevarlas presas también.

Presuntamente, el cuerpo del hombre acabó siendo arrojado al pozo Funeres junto a otras tres personas que habían sido detenidas ese día: Jesús García Iglesias, de Les Felechoses; Silvino Díaz Méndez, de El Xuminiz; y Ramón Rodríguez Argüelles, de La Camperona. Por todo esto, los nietos de Enrique Suárez Ferrera piden la exhumación del pozo para tratar de identificar los restos de su abuelo. En su escrito dicen que confían en que la justicia argentina "pueda lograr lo que la española niega sistemáticamente". Es más, Paulino Menéndez Suárez, uno de los nietos que firma la denuncia, aseguraba ayer que "en la familia siempre nos hemos preguntado por qué lo habían asesinado, ya que él no tenía filiación política".

No es la primera vez que se presenta una denuncia a la justicia argentina para la exhumación del pozo Funeres. Fue en 2016 y por otro minero, Erasmo Alonso Martínez, de Los Barreros (Laviana), que presuntamente fue asesinado y tirado en esta fosa. De momento, el trabajo de la jueza María Servini de Cubria parece estar dando resultados.

Gracias a un exhorto de la magistrada, se logró exhumar en Guadalajara una fosa común a petición de la hija de Timoteo Mendieta, que había sido asesinado allí. Hasta ahora son 27 las personas y entidades que se han sumado desde Asturias a la gran querella contra los crímenes del franquismo denunciando sus casos, que afectan a medio millar de víctimas.

El pozo Funeres se convirtió en una fosa común tras los hechos que tuvieron lugar en la zona en 1948, once años después de que finalizara la guerra civil en Asturias. Brigadillas franquistas detuvieron a una veintena de personas simpatizantes de las ideas socialistas.

Las llevaron andando hasta el pozo Funeres, una sima natural de unos 20 metros de profundidad situada en la ladera oeste de Peñamayor, y allí, tras ser maltratadas, fueron arrojadas al fondo. El cruel suceso tuvo amplia repercusión internacional.