Hace 16 años que los Reyes de España, don Felipe y doña Letizia, visitaron de incógnito el concejo de Aller todavía siendo novios. Ambos hicieron la ruta de las Foces de El Pino y, para recobrar fuerzas, acudieron hasta la sidrería Esperanza, en la localidad allerana de Moreda, donde el primer sorprendido fue su propietario César Enrique García, que permanecía tras de la barra y vio cómo un joven de elevada estatura y aspecto deportivo trataba de entrar en la sidrería, no por la puerta, sino por el amplio ventanal del escaparate.

El hostelero le recriminó con sorna: "Chaval, tras confundido, la puerta se encuentra en el otro extremo", pero de la sonrisa pasó a la palidez cuando se dio cuenta de que quien entraba a su establecimiento era nada menos que el entonces Príncipe de Asturias, en compañía de la que después sería su esposa.

La pareja comió parrochas fritas con jamón, regadas con varios culetes de sidra. Y tras la comida, el hostelero se disculpó ante el entonces Príncipe por haberle llamado la atención al entrar, disculpas que, como recuerda, fueron aceptadas de buen grado e hicieron que, al ver la buena reacción, le espetase a don Felipe: "Yo no entiendo de protocolos, lo mejor es que nos tuteemos". Y así, en ese buen ambiente, los actuales monarcas abandonaron el establecimiento.

El Ayuntamiento de Aller quiso testimoniar la visita real colocando unas placas en la ruta de las Foces de El Pino, con distinta suerte en el futuro. Una de ellas, de piedra, acabó fragmentada por ataques vandálicos y en su lugar se colocó una de metacrilato que tampoco recibió el respeto que se merecía y fue adornada con pintadas que ocultan la leyenda original. Hace unos días, Antonio Suárez, de la Asociación Cultural de Aller, la limpió para que los visitantes puedan leerla.