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DE LO NUESTRO | HISTORIAS HETERODOXAS

Cosas de masones

Los episodios vividos por José Rodríguez Bernardo y otros vecinos de las Cuencas ligados a logias a finales del siglo XIX y principios del XX

Cosas de masones

Ni fueron ni son muchos, pero forman parte de nuestra historia: en Mieres contamos una veintena en el siglo XIX, la mitad en el XX y aún menos en la actualidad, a los que tenemos que sumar algunos que estuvieron de paso, trabajando como técnicos o maestros, y también los que nacieron aquí pero que mantuvieron su membresía en el exilio, como el periodista y escritor Eliseo Fernández Bayón, más conocido por su seudónimo "Alberto Fernández", iniciado en el exilio francés y a quien recuerdo identificándose como socialista y masón a finales de los 70.

Un capítulo aparte es el de Juan Pablo García Álvarez, primer secretario general del Gran Oriente Español y Soberano Gran Comendador del Supremo Consejo del Grado 33º para España entre 1972 y 1978, muerto en México el 6 de junio de 1982, cuya esquela masónica publicada en el diario "El País" fue una de las primeras que se pudieron ver en la España democrática. Salvo esta biografía, que ya les he contado, no hay nada importante: la única estructura estable que se conoce en la Montaña Central, el Triángulo "Costa", se abrió en Turón en 1928 y duró pocos años. Y en cuanto a su influencia en la política local, juzguen ustedes: ningún alcalde, cuatro concejales en el ayuntamiento que se constituyó en abril de 1931 y uno en lo que llevamos de siglo.

El otro día, el periodista Justo Braga daba a conocer a través de facebook las fotografías de dos de sus antepasados, que había encontrado revolviendo papeles viejos. Se trata de Manuel y José Rodríguez Bernardo y ambos están posando con su correspondiente mandil masónico, lo que convierte a estos retratos en documentos poco habituales en Asturias, y aún menos en la Montaña Central.

Los hermanos Rodríguez Bernardo tuvieron su protagonismo a finales del XIX. Un tercer hermano, Elías, estuvo entre los fundadores de la Agrupación Socialista local y su vida da para otra de estas historias, pero hoy voy a detenerme solo en José y en quienes compartieron logias e ideología con él en aquel Mieres decimonónico.

Los Rodríguez Bernardo fueron muy activos colaborando en periódicos regionales y nacionales como "Las Dominicales del Libre Pensamiento", que se publicó en Madrid entre 1883 y 1909, moviéndose siempre en la crítica anticlerical. Su corresponsal en Mieres fue el industrial José Álvarez Close, otro masón que eligió como nombre simbólico el de "Trafalgar". Además Manuel fundó en Mieres el quincenal "La Verdad Suprema" en 1897, y al año siguiente junto a su hermano José "El Eco de Mieres", un semanario que tuvo su redacción en la plaza de Requejo.

Los tres formaron parte del Círculo Republicano de Mieres, donde también encontramos a Alejandro Fernández Nespral, capataz de minas, que utilizó el simbólico "Paz". Nespral desempeñó su actividad profesional en las dos cuencas y está enterrado en la única tumba del cementerio de Mieres en la que puede verse simbología de la orden. A su vez, su hermana Celsa estuvo casada con uno de los hombres más representativos de la industrialización asturiana, el langreano Víctor Felgueroso, quien también se inició en la Masonería siendo muy joven.

Otro de los hermanos Felgueroso, Secundino, fue uno de los primeros rotarios asturianos, también perseguidos por el franquismo. En 1932, durante la II República, durante un homenaje en Gijón, fueron propuestos para la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo, que paradójicamente se les acabó otorgando en 1945, porque su peso en el mundo empresarial pudo más que su pasado ante los vencedores de la guerra civil. El acuerdo se tomó el mismo día del fallecimiento de Víctor y fue el mismo Francisco Franco quien haciendo de tripas corazón se encargó de condecorar a Secundino.

Volviendo a los Rodríguez Bernardo, sus nombres simbólicos definen bien su carácter provocador. Los dos eligieron a personajes muy significativos por su radicalismo durante la Revolución francesa. Manuel quiso que lo llamasen "Robespierre" y José prefirió recordar a "Volney" el autor de "Las ruinas de Palmira", una obra que defiende la libertad, la igualdad y el ateísmo y está incluida en el Índice de Libros Prohibidos de la Iglesia católica.

José fue maestro de primera enseñanza y protagonizó varias anécdotas en esta villa, como esta que ahora les recuerdo y de la que fue protagonista involuntario. Ocurrió el 2 de noviembre de 1898 cuando dos miembros de la flamante policía local de Mieres, famosos por sus actuaciones violentas, agredieron a un pobre soldado del Regimiento Gerona nº 22 repatriado de Cuba, que estaba en la villa con una licencia temporal de tres meses. El joven iba hacia su casa desde la estación donde lo había dejado el tren mixto procedente de Gijón y sin mediar palabra los dos guardias la emprendieron a garrotazos con él, destrozando algunos objetos que traía consigo e hiriéndole en un brazo antes de que pudiese huir dejándose el paraguas en la refriega.

Más adelante la extraña agresión fue explicada por un error de los uniformados que habían pasado aquella tarde en la cantina de la estación comiendo una fabada, seguramente bien regada con vino, lo que les hizo confundir a aquel desgraciado con José Rodríguez Bernardo a quien buscaban porque acostumbraba a denunciar sus abusos en sus crónicas de "La Voz de Mieres" y "El Noroeste".

El maestro rebelde, que estaba en el punto de mira por su posición crítica con la política del Ayuntamiento, pudo salvarse en aquella ocasión, pero el 23 de noviembre cayó por fin en manos de los municipales que volvieron a esperarlo en la estación porque sabían que realizaba viajes a Oviedo con regularidad, aunque seguramente desconocían que estos se debían a las tenidas masónicas que se celebraban en las logias de la capital.

Aquella tarde, después de asegurarse de su identidad, lo siguieron cuando se bajó del vagón para acompañar hasta su vivienda a un amigo que tenía un pie dislocado y cuando ya estaba solo cayeron sobre él sin decir palabra y empezaron a darle golpes e incluso uno de ellos llegó a amenazarlo desenvainando su sable, aunque las protestas de varios vecinos que contemplaron la escena impidieron que pasase a mayores.

De todas formas, José Rodríguez Bernardo resultó herido y tuvo que guardar cama varios días en su domicilio donde fue muy visitado por numerosos amigos y mierenses de toda condición que quisieron mostrarle su apoyo. Sin embargo este incidente no le hizo moderar sus posiciones, ya que en noviembre de 1899 fue detenido y llevado a la cárcel de Oviedo por otro artículo que escribió en el semanario republicano "El Combate", que también dirigía.

Las diferentes cabeceras que encontramos en la prensa local de estos años están siempre unidas a las peripecias sufridas por José Rodríguez Bernardo: "La Voz de Mieres", que había salido el 6 de enero de 1898, fue suspendida en abril y volvió a las calles en octubre. También "El Eco de Mieres" se vio obligado a cambiar su cabecera para llamarse "El Clamor de Mieres" figurando como director Claudio García, también republicano aunque no masón, aunque en realidad era José quien estaba detrás de sus editoriales. Finalmente "El Clamor de Mieres" se refundió con "El Combate", que al publicarse en Oviedo tenía más difusión.

José Rodríguez Bernardo también tuvo la suerte de evitar más problemas gracias a que en aquel momento el secretario del Ayuntamiento era José Álvarez Robles "Cazalla" y su suplente Carlos Álvarez Cienfuegos "Rochefort", que como habrán deducido también eran francmasones. Aunque la mayor parte de los mierenses que trabajaron en las logias ovetenses "Nueva Luz", "Caballeros de la Luz" o "Juan González Río" estuvieron relacionados con las empresas o la minería.

Inocencio Sela Sampil "Oviedo", hermano del catedrático Aniceto Sela, también fue juez municipal de Mieres en 1884 y figura en la plancha de la logia "Nueva Luz" como abogado y residente en Santullano, aunque a la vez tuvo un destacado protagonismo en el mundo industrial; su pariente José Sela Castañón "Aristóteles" sí se identificó como capataz de minas, igual que Nespral, Manuel Suárez Torres "Pelayo" y Eugenio Quintana Lavilla "Orense". En la relación vemos además a empleados, comisionistas, tenedores e incluso un militar, Paulino Rozada Díaz, quien escogió el patriótico nombre simbólico de "Torrijos".

Nada que ver con sus hermanos del siglo XX. En el triángulo "Costa" los republicanos estuvieron en minoría ante los socialistas y entre ellos solo encontramos obreros y pequeños comerciantes. El dirigente de las Juventudes Socialistas Juan Pablo García Álvarez sí fue abogado y prestigioso jurista, pero no se inició hasta 1934 en una logia madrileña y desarrolló su actividad masónica fuera de esta villa. En fin, habrán visto que esto da para mucho, pero ya no me queda espacio.

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