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“Hará una gran labor”, afirma el Arzobispo al despedir al misionero laico que va a Honduras

Jesús Sanz Montes transmitió en Mieres su “agradecimiento” a Alfonso Pombo, que pasará los próximos tres años en el país americano

El Arzobispo Jesús Sanz saluda al misionero Alfonso Pombo en la sacristía del Convento de Mieres. | A. Velasco

No es habitual que un laico se enrole en una misión religiosa para tres años. Pero es que la vida del mierense Alfonso Pombo ha estado dedicada en buena parte al trabajo por los demás. A 24 horas de iniciar un periplo vital que le alejará de su casa, su familia y sus amigos por un trienio, el Arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, quiso despedir ayer a Pombo, “nuestro Alfonso”, como se refirieron a él durante la misa celebrada en la parroquia del Carmen de los Pasionistas de Mieres.

Sanz Montes dedicó unas palabras antes de la misa al misionero mierense. El Arzobispo explicó que “cuando Jesús se despidió de nosotros dijo: ‘id al mundo entero y anunciad una buena noticia que llene a la gente el corazón de esperanza’”. Sin embargo, Sanz Montes cree que ese mensaje se entendió como que tenían que ser “los sacerdotes, los curas, los religiosos o las monjas los que tenían que marchar a las misiones”. Los tiempos han cambiado, y para el prelado, el mierense es un ejemplo: “Ya llevamos mucho tiempo en que también hay laicos que emprenden en el camino, y Alfonso ha sentido esta llamada para irse hasta Honduras para iniciar una gran labor, que es religiosa, cultural, social y educativa”.

Por eso, quiso trasladarle todo el “apoyo y la suerte del mundo” en esta misión. Pero también la gratitud de la Iglesia. “La transmitimos todo el agradecimiento a una persona que no es ni cura ni fraile, pero que ha sentido la llamada de Dios y ha decidido seguirla”, aseguró el Arzobispo de Oviedo.

Minutos después de estas palabras, Pombo y Sanz Montes se encontraban en la sacristía de la parroquia de los Pasionistas. Se dedicaron un cordial saludo y unos minutos de charla ante los sacerdotes que formaron parte del oficio religioso.

Mientras, los bancos del templo acogían a decenas de personas que habían querido despedirse de quien ha sido su amigo, su compañero o su maestro, durante estos años, antes de emprender el viaje a Honduras. Apenas era posible hablar ayer con este mierense, ya que cada dos por tres alguien venía a saludarle o a requerir su consejo o ayuda en la preparación de la misa. Hasta el último momento, Alfonso Pombo ha sido uno más entre los Pasionistas de Mieres. Ahora le esperan nuevos retos, en un país en el que el trabajo de personas como él es muy necesario para dar oportunidades a los más desfavorecidos. Y en esas es en las que quiere estar. “Poder ayudar a esta gente es algo que llevaba queriendo hacer mucho tiempo, y ahora se hará realidad”, apuntaba entre muestras de cariño de sus compañeros.

Alfonso Pombo confesaba sentirse “algo nervioso”, aunque tremendamente convencido del paso que iba a dar. “De lo que más tengo ganas es de que llegue el jueves, coger el avión, llegar a Honduras, y ponerme a trabajar con mis compañeros y con las personas que allí lo necesiten”, finalizaba.

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